Reconozco que una de mis
obsesiones, junto a la necesidad de una urgente y amplia reforma
constitucional, es que haya un amplio pacto -a mí me gustaría hasta un Gobierno
de coalición-entre las dos fuerzas mayoritarias, entre otras cosas para reformar
la carta magna. Un pacto al menos de regeneración democrática que contemple
algunas de las ideas avanzadas estos días por fuentes socialistas, y que
Pedro
Sánchez nos explicará dentro de pocas semanas. Y que tenga en cuenta las cosas
que se han ido desgranando por ahí procedentes del Partido Popular, que
prometió un código de regeneración y hasta ahora nos dado apenas un proyecto de
reforma de la normativa electoral municipal que ha suscitado las protestas de
todos los demás partidos. De momento, reconozco que el líder socialista ha
tenido reflejos: se ha plantado un día antes en el Santiago de Compostela de la
'cumbre' entre
Merkel y Rajoy, y les ha hecho llegar un recado en forma de
decálogo: ténganme en cuenta, que yo también aporto iniciativas, ha venido a decirles,
acudiendo, y ha hecho muy bien, allí donde no le llaman.
Mi país ideal sería aquel en
el que en las 'cumbres' bilaterales entre mandatarios hubiese, al menos, una
oreja y una voz del líder de la oposición. Y lo mismo sea dicho de los consejos
europeos en los que, como el del próximo día 30, se van a tomar decisiones
importantes en cuanto a medidas económicas y, sobre todo, en cuanto a
nombramientos, como los de
Arias Cañete o Luis de Guindos. Ya sé que parece utópico,
pero sería perfectamente posible. Y lo menos que puede decirse es que un amplio
consenso en política exterior es altamente recomendable para la buena marcha de
un país. Claro que, primero, Pedro Sánchez tendría que haber consultado sobre
el sentido del voto a Juncker y asegurar al Gobierno que el PSOE va a apoyar
los nombramientos de Miguel Arias y Guindos, en su caso.
Hacer oposición, a mi
entender, es tener imaginación para plantear cosas nuevas -el decálogo de
Santiago, donde hay buenas ideas y algún brindis al sol, o esas medidas
regeneracionistas de inminente anuncio-- , criticar lo que haya que criticar
razonablemente -no disparar a matar por principio-y apoyar lo que haya que
apoyar también de manera razonable. De nada sirve el 'dime lo que sea, que me
opongo', el 'y tú más' o el 'yo ya lo había dicho primero'. Ya he dicho alguna
vez que el error más grave que pienso que ha cometido el por otro lado muy
esperanzador Pedro Sánchez ha sido la forma tajante en la que se ha pronunciado
siempre contra cualquier coalición con 'la derecha'. En Alemania han tenido y
tienen una fórmula de gran coalición y, con todas las salvedades que ustedes
quieran, la verdad es que les va bien, y no creo que
Merkel, con todo lo que
manda, vaya a apartarse un milímetro de lo que haya hablado con sus socios
socialdemócratas a la hora de tratar con Mariano Rajoy o, ya que estamos, a la
hora de pronunciarse en el Consejo Europeo de finales de esta semana. Lo que ocurre es que me da la impresión de que
esos socialdemócratas germanos no son precisamente el modelo para nuestro
Sánchez.
Claro que los pactos se hacen
a dos, y tampoco acabo de ver la vis pactista de Rajoy. Así como del 'lado
Sánchez' se nos van transmitiendo cosas, se ignora en qué han consistido las meditaciones del
presidente del Gobierno en sus sin duda merecidas jornadas vacacionales. Pero
sí he podido saber que él también llega con ganas de, al menos, anunciarnos
cosas nuevas, que luego las concreciones caminan con pies de plomo. Puede que
ya este mismo lunes, aprovechando su presencia conjunta con la canciller
alemana, nos dé algún hálito de esperanza, quién sabe.
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El blog de Fernando Jáuregui: 'Cenáculos y mentideros'>>