Resulta inútil insistir en que
lo que ocurre en Alemania tiene mucho que ver con el futuro, y con el presente,
de España.
Angela Merkel representa, sustancialmente, los mismos valores
sociológicos que quisiera representar en España el Partido Popular. Claro que
ni el PP es la CDU, ni
Rajoy es Angela Merkel...ni España es Alemania, mal que
nos pese. Claro que no faltará quien intente aquí apoderarse de la victoria
democristiana-conservadora en Alemania para insistir en que el péndulo europeo,
en estos momentos, y salvada sobre todo la excepción de Francia, sigue girando
a la derecha. En todo caso, ese péndulo está detenido hoy en Berlín, motor y
freno de Europa, y lo que ocurra en la RFA nos atañe a todos los europeos.
Para España ¿ha sido mejor la
victoria del CDU de lo que lo hubiese sido la del SPD? La pregunta tiene
difícil respuesta. Aunque lo más probable es que la historia de la UE, y la de
las relaciones hispano-germanas, no hubiese variado si los ganadores hubiesen
sido los socialdemócratas;
Hollande no tiene peores relaciones con Rajoy de las
que hubiese tenido el conservador
Sarkozy. Analizar la marcha de Europa bajo
prismas de las antiguas ideologías carece ya de sentido. Merkel gobernará, con
o sin coaliciones, de acuerdo con las realidades de lo que hoy es la Unión
Europea, que tampoco es decir demasiado, porque la UE necesita una urgente
inyección de vitaminas. Pero la UE se enfrenta en los próximos meses a grandes
cambios, a una mayor democratización, y España ni puede, ni debe, querer, por
mucho euroescepticismo que muestren las encuestas, alejarse de Europa. De esa
Europa que controlará cualquier tentación secesionista de Cataluña, por poner
un solo ejemplo de que no todo lo que reluce es economía.
Rajoy tiene buenas relaciones,
nos dicen, con Merkel. Dentro, claro está, de la escasa influencia que el
Gobierno de España tiene hoy en las cancillerías de la UE en general y en
Berlín muy en particular. No nos engañemos: España es una pesadilla para los
hombres del poderoso ministro de Finanzas -- y quién sabe qué le deparará el
futuro inmediato--,
Wolfgang Schäuble. Piensan que se invirtió demasiado en
nuestro país y que luego no hicimos los deberes como Dios y Berlín mandan.
Piensan que los del sur, en general, no hemos trabajado como si fuésemos
alemanes, y puede que algo de razón tengan. Aunque, claro está ¿es necesario
ser como los alemanes?
España tendría, entonces, que
revalidar su vocación de 'alemanes del sur', un calificativo que un día, no
lejano, nos enorgulleció. Ha de establecer nuevos lazos con la RFA, unas
relaciones no de subordinación, sino de colaboración y hasta de complicidad.
Resulta inútil criticar la prepotencia de lo que algunos, exagerando no poco,
llamaron 'el cuarto Reich': Alemania financió buena parte de nuestras
infraestructuras, envolvió parte de nuestro desarrollo a cambio de ver esas
carreteras españolas llenas de audis, de mercedes, de bemeuves. No ha sido mal
negocio para ninguna de las dos partes, y así hay que constatarlo cuando se
abre una nueva era, otra vez presidida por Merkel, a la que más nos vale darle
la bienvenida. Bienvenida, pues, canciller Merkel.
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Merkel, gran victoria pero insuficiente: Alemania se encamina a un nueva coalición entre los dos grandes partidos-
Esa moda de la Gran Coalición, por Fernando Jáuregui