Viendo a los compromisarios que
asistieron al congreso extraordinario del PSOE, que se clausuró este domingo
con un vibrante discurso de su nuevo secretario general,
Pedro Sánchez, cabría
preguntarse si las esencias tradicionales del partido que fundó
Pablo Iglesias,
incluyendo esa 'o' de 'obrero', se mantienen. Escuchando las palabras de
Sánchez, que reivindicó a las clases medias, cabría interrogase, una vez más,
por el papel de la socialdemocracia española, europea, mundial, y también por
los cauces por los que discurre, y debe discurrir, eso que se llama, para
entendernos, izquierda. Los más de mil quinientos asistentes a este congreso,
entre los que faltaban bastantes figuras 'históricas' de este partido,
pertenecían, sin duda, a esas clases medias, entre otras cosas porque el
proletariado ha cambiado y poco tiene que ver con los destinatarios originales
de 'La Internacional', que sigue cantándose tras los congresos socialistas.
Sánchez ha nacido, vive y
piensa como uno más de esas clases medias que constituían la esencia de los delegados
al congreso. Y que son también la base de esa formación de nuevo cuño,
'Podemos', a la que el 'flamante' PSOE nacido este domingo tendrá que disputar
electores e ideas. De hecho, bastantes de las que escuchamos este domingo en
boca de Sánchez podrían haber pertenecido a un discurso de
Pablo Iglesias Jr. ,
aunque este las hubiese expresado con un tono más vociferante y con una sonrisa
menos amplia que la del nuevo secretario general.
Sin ser entusiastas de nada,
pensamos que 'Podemos', si no se da una estructura organizativa más completa,
tiene escaso futuro en la partitocracia española. Y sí podría tenerlo, en
cambio, este PSOE renacido del que apenas se conocen los nombres de la
ejecutiva federal salida del congreso, pero cuyos curriculum evidencian una
cierta preparación en medio de unas cortas trayectorias políticas. ¿Podría esta
ejecutiva ser un 'Gobierno en la sombra'? Ciertamente no, aunque los ejemplos
que vemos en ciertas poltronas ministeriales nos hacen pensar que ser ministro,
al fin y al cabo, no debe ser cosa tan complicada.
Hemos visto demasiados
congresos aplaudidores y entusiastas con el líder emergente -el de 2000 en
torno a
Zapatero, sin ir más lejos-como para no tener cautelas con lo ocurrido
este domingo, donde, sin duda, ha habido aplausos y entusiasmo a raudales. Pero
'Pedro' tendrá que poner en marcha muchos recursos, muchas cautelas, mucho
entusiasmo, mucho trabajo y muchísima imaginación para consolidarse como el
líder que le han hecho imaginar que es. Le toca, ni más ni menos, rehacer
la izquierda, haciéndola posible para poder gobernar algún día no
necesariamente lejano. Porque hoy en día la izquierda es un caos, repartido
entre un PSOE que andaba sin rumbo demasiado fijo, una Izquierda Unida
dispuesta a echarse en los brazos de la emergente 'Podemos' y un 'Podemos'
dispuesto a...¿a qué? Posiblemente ni Pablo Iglesias, el joven, lo sepa a ciencia
cierta.
Pero es la hora de la
esperanza. La izquierda, hoy, está encarnada por tres personajes jóvenes, Pedro
Sánchez,
Alberto Garzón -el hombre al que
Cayo Lara ha puesto para ordenar 'su'
casa- y Pablo Iglesias, que para muchas capas de la población sigue siendo un
enigma. Da la impresión de que los tres serán, como un colectivo, incapaces de
entenderse. Y da igualmente la sensación de que, diga lo que diga ahora
Sánchez, será más fácil que, en caso de necesidad, se acerquen el PSOE y el PP
antes de que se forme un 'frente popular' de los socialistas con quienes se
sitúan a su izquierda.
Sánchez se quiere esa izquierda
reformista y hasta regeneracionista que nos hace tanta falta. Pero no será
cayendo en los brazos del 'nuevo' Pablo Iglesias como lo logrará. Puede que
'Podemos' haya obtenido un millón trescientos mil votos y que el recuerdo del
voto del 25 de mayo sea de casi el doble; la mayor parte de la población sabe
que, con el programa de la formación que lideran Iglesias y Monedero, España no
podría ir muy lejos. Bien está una conciencia crítica de la sociedad, que
impulse cambios, reformas y revoluciones mentales; pero gobernar es otra cosa.
Sánchez puede, quién sabe cuándo, llegar a gobernar; Iglesias, jamás.
Habrá que seguir con mucha
atención los primeros pasos de ese hasta hace medio año casi desconocido
Sánchez. El inicio de la trayectoria ha tenido de todo: errores en los que
Sánchez se ratifica y aciertos como el discurso de clausura del congreso de
este domingo. Pedro Sánchez reivindicó la izquierda, al menos desde la
oposición. Pronto, tal vez este mismo lunes, tendrá que hacer algo muy similar
a cogobernar con ese partido, el PP, que le necesita para llevar a cabo
reformas que, en cualquier caso, Mariano Rajoy parece un tanto perezoso para
poner en marcha, aunque sepa que no le queda otro remedio. El papel de Sánchez
y del PSOE no será ponérselo difícil al Rajoy 'regeneracionista', sino más bien
todo lo contrario. Este mismo lunes tendremos ocasión de comprobar si 'Pedro'
(y Mariano, claro) han entendido el mensaje.
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