Érase una vez una linda muchacha
que se enamoró de un guapísimo cirujano que operaba a famosas. Se casaron y
tuvieron una niña. Y enseguida llegaron los problemas. Especialmente porque él
pasaba más tiempo operando que con su esposa e hija. Y, además, a 600
kilómetros. El caso es que Sonia se hartó de esperar y la muchacha se fijó en
un jinete que galopaba más rápido, mejor y, sobre todo, que la hacía reír. Y le
dijo
au revoir.
Pocos machitos soportan que una
fémina les cambie por otro. Y el cirujano, para más
inri machito italiano,
menos. Así que fue a por donde más le podía doler. ¿Dinero? Noooo. A por la
niña. Tal y como están hoy en día los juzgados tenía mucho que ganar y así fue.
El resultado ha sido custodia compartida a pesar de que el padre, según la
madre, apenas pasaba días con ellas cuando estaban casados.
La presentadora catalana piensa
recurrir. Veremos en qué acaba todo esto. Lo único claro es que
Vricella habla
con todo el que quiera escuchar y
Sonia permanece callada. Una actitud que, sin
duda, con el paso del tiempo le beneficiará más que lo contrario.
Lea también:
-
Genoveva Casanova: Las flechas de su amor nunca la dirige a un don nadie-
Jorge Javier Vázquez, víctima de un error informático, recibe insultos en su obra de teatro-
Sonia Ferrer y la teoría de un romance con Escassi -
Sonia Ferrer presenta a su hija en la portada de Lecturas