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¿Estamos locos o qué?

Michael Jackson pone ritmo en el cielo

Michael Jackson pone ritmo en el cielo

viernes 26 de junio de 2009, 12:17h
 

Soy de natural alegre y expansiva así que escribir obituarios no es lo mío. No he sido en mi vida mitómana. No me despeino por ver a alguien famoso y, desde luego hacer colas para ver a un ídolo musical o de lo que sea no es mi estilo. Por no hacerlas, no hago ni las de la pescadería y por muy buena que parezca la lubina dirijo el carro a los congelados si tengo que esperar más de medio minuto (bendita sea la compra por internet).

Pero tengo mi corazoncito y hoy reconozco cierto desasosiego en mi corazón por la muerte de Michael Jackson. Desde que se empezó a desteñir sospeché algo raro en su cabecita que no alcancé nunca a comprender pero que tenía visos de ser, cómo decirlo, un tipo raro de cojones (me perdonan) pero, ciertamente, bailaba como los ángeles. Se podía quitar la piel oscura pero los genes de buen bailón que la raza negra lleva innata no se quitaban ni con aspirador.

1982 fue el año de su definitiva consagración con el vídeo clip Thriller. Tenía yo entonces 8 años (no se molesten hacer cálculos, tengo treinta y cinco) y, aunque estaba en etapa todavía de muñecas (entonces había wii y casi nada de tele) me llamó poderosamente la atención aquél baile con zombies y aquella música que, irremediablemente te hacía mover.

Pocos artistas han llegado tan alto como él. De hecho, thriller sigue siendo el álbum más vendido de la historia del pop. Trajo muchas novedades consigo; el tiempo, más de 7 minutos en su versión larga, la coreografía, todo un estilismo muy gore que se adelantó a muchas modas.

Pero como todos los genios, metió la pata. A Michael no le dio por el mundo de las drogas como a casi todos (los genios, me refiero). Ni siquiera por el de la velocidad. Le dio por el de los niños. Tanto le gustaban que hasta tuvo una acusación muy seria de pederastia. Fue absuelto así que como yo respeto profundamente la justicia no voy a decir nada más sobre eso. Pero sí es ciertamente sospechoso que un adulto sólo quiera vivir rodeado de niños. El complejo de Peter Pan no es aplicable aquí. Un tipo que tiene dicho complejo es alguien que ya pasados los 40 sigue saliendo con todas y sin ningún ánimo de casarse, pero no se rodea de niños de tres y cuatro años y juega a las casitas. Y desde luego no construye una mansión a la que llama Neverland y que se parece a Disneyland. Seamos serios. Eso no era ni medio normal.

Pero, desde luego, todo lo que hizo musicalmente hablando era intachable. Su manera de bailar siempre ha sido fascinante y eso pasará a los anales de la historia de la música.

En estos momentos ya estará en el cielo y podrá comprobar in situ si los muertos son tal y como él se los imaginó en aquél famoso vídeo. Michael, descansa en paz.


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