Sara Carbonero resulta muy atractiva para mucha gente. Posee
unos rasgos bien definidos, una melena bonita y bien cuidada y delante de una
cámara da buen resultado. Estando a punto de culminar la carrera le salió la oportunidad
de presentar los deportes en Telecinco y, parece, no lo hacía del todo mal.
Luego conoció a Iker Casillas y el resto es historia. El caso es que a partir
de ahí ha estado demonizada. Especialmente por parte de la profesión y muy
concretamente por mujeres. Algunos la defenestran porque no ha terminado la carrera pero tampoco Matías Prats y nadie le tose
El otro día Rosa María Calaf arremetió contra ella,
especificando que no tenía nada contra ella personalmente sino contra las teles
que usaban a rostros bonitos, pero que flaco favor le hace al periodismo porque "frivoliza a la mujer dentro de éste" ¿perdone? ¿Me explica qué ha querido decir? ¿Está enferma? Particularmente Calaf me parece una gran
corresponsal que ha sabido reflejar el sentir de muchas personas en numerosas
situaciones y países pero que, desde mi punto de vista, no tiene superados
ciertos complejos. Sí, porque a estas alturas creer que porque una chica es
mona es tonta es síntoma de padecer complejo. El de la fea y el del género bobo y, además, está muy pasado de moda. Lo mismo digo
de las rubias. Saberse fea y pretender que la de enfrente por ser guapa es tonta es ser una acomplejada y demuestra carecer de inteligencia emocional. Hay múltiples ejemplos de mujeres espectaculares con cerebros
sobresalientes, miren ustedes a Sharon Stone cuyo cruce de piernas no le impide
tener un coco brillante. Intuyo en ese discurso que defiende Calaf una añoranza
del feminismo progre y trasnochado de los sesenta que para defender los
derechos de las mujeres arramblaba con los sujetadores y propugnaba un
estilismo que incluía la no depilación. Mire, pues no, oiga que la feminidad no
está reñida con la higiene y el arreglarse. Mucho menos con los derechos. Me niego a que se suscriba la idea de que sólo las feas pueden ser listas y que las tías que están buenas son idiotas. Por mucho que me fastidie, la realidad no puede ser esa, no es así. Coco y belleza no son diametralmente opuestas.
Calaf me recuerda con esta postura a la no menos genial
periodista muy afín a la izquierda, que escribe de toda la vida en un periódico muy de izquierda, que también como Calaf ha sido corresponsal y que es muy feminista pero enseguida que puede arremete
contra las guapas como si sólo las feas tuvieran derecho a los puestos
laborales de relevancia. Y, servidora lo ha visto con sus propios ojos, en cuanto se sienta en una sobremesa con mujeres más guapas las defenestra como haría cualquier tío machiusta con su clásico: tú calla, que de esto no entiendes. ¿Sólo las feas son rápidas, inteligentes, eficaces y buenas en su trabajo. Y las guapas no sirven nada más que para estar de floreros y limándose las uñas? Hombre mire, pues no. El día que me demuestren científicamente que una guapa
es gilipollas y por tanto no puede hacer bien su trabajo estaré la primera
firmando manifiestos en su contra. Mientras tanto, seguiré pensando que lo que
mueve a criticar esto es la cochina envidia de toda la vida de Dios. Porque,
seamos realistas, tener un trabajo muy bien remunerado, tener una serie de
contratos publicitarios que te generan casi el doble de ingresos que tu
trabajo, ser un referente de estilo para las revistas de moda y encima tener
loquito por tus huesos a uno de los deportistas más idolatrados del panorama
español tiene que generar mucha envidia, lógico. Pero a estas alturas no cuela
que vaya ninguna feminista de pro a contarnos que la niña es mona pero tonta.
No mire, Calaf, no va así el asunto. Esto es como decir que las pelirrojas son unas
frescas que se van con todos a la cama (que antaño se decía) y por eso tenía
usted siempre valiosas corresponsalías. No sería justo, ¿verdad? Entonces, ¿por qué usted dice eso? Es profundamente injusta su postura además de ser antifeminista.
¡Qué mala es la envidia! Puedes seguirme en Twitter