Uno de los dramas emblemáticos del noruego Henrik Ibsen -quizás junto a 'Un enemigo del pueblo'-, es 'Casa de muñecas'. Estrenada en diciembre de 1879 en el Det Kongelige Teater de Copenhague, y, un mes después, en Estocolmo y Oslo. Ese fue el comienzo ,pero nunca ha dejado de representarse en los principales teatros del mundo. Desde entonces, abordar la interpretación de su personaje principal, Nora Helmer, es uno de los sueños de cualquier actriz porque esta obra deIbsen forma parte esencial de nuestra cultura universal.
El último montaje que puede verse en Madrid de esta 'Casa de muñecas' es una producción de CulturArts Teatre i Dansa, dirigida por Ximo Flores, que ha adaptado el drama junto a Jerónimo Cornelles. Se puede ver en la Sala Verde de los Teatros del Canal, del 26 de noviembre al 7 de diciembre.
La obra de Ibsen provocó una importante controversia literaria en toda Europa porque rompía con todos los cánones del teatro hecho hasta entonces, ya que el foco del drama se centraba esencialmente en el personaje protagonista más que en la historia que había a su alrededor. Nora Helmer, una mujer casada con el director de un banco, ve cómo su mundo idílico puede venirse abajo si se resigna a seguir representando el papel familiar de una fútil muñeca, como pretende su marido, si no da el paso de dejar de ser la mujer objeto que la considera su esposo, para conseguir encontrar su propia identidad de mujer, de ser ella misma y conquistar su independencia personal y económica. Un mensaje central, el de esta 'Casa de muñecas' extremadamente revolucionario para la sociedad del siglo XIX que, sin embargo, tiene también plena vigencia en la sociedad del siglo XXI, lo que explica la fascinación que ejerce la obra tanto para directores y actores, como para el público teatral.
En esta versión, Nora es Rebeca Valls, que acierta a dar vida en el escenario a una mujer que, paulatinamente, evoluciona desde la inocencia y la complacencia de una esposa felizmente casada, para descubrir poco a poco que tiene que romper con todo para ser ella misma. Su marido, Helmer, es Jerónimo Cornelles;Helena, Teresa Crespo; Rank, Manuel Puchades; Krogstad, Miquel Mars, y Cristina, María Minaya.
Formalmente todos los aspectos de la dramaturgia son correctos: el diseño de iluminación de Ximo Rojo, el diseño de espacio escénico de Sergi Vega, el Arte audiovisual de Elena Cadore, o el diseño de vestuario de Pascual Peris.
Con todo y con ello, algo le falta a esta 'Casa de muñecas' cuando, con un texto tan intenso, profundo y de tan candente actualidad, el público no se encendió tras la resolución de Nora, de acabar con todo y con todos (marido e hijos), y decidirse a emprender una vida en solitario para huir de la opresión de las estructuras familiar, convencional y social. O eso, al menos, y con el mayor de los respetos por el trabajo de la compañía, me pareció a mí.
Aún así, asistir una vez más al descubrimiento de Nora de que la libertad es el bien más preciado del ser humano, sigue siendo tan apasionante como el primer día del estreno de esta inmortal obra de Ibsen. Una libertad que sería trágico que solo afectara a la mujer y que, por supuesto, es extensiva a todo ser humano, que tiene tanto el derecho como el deber de buscar su propio camino para llegar a ser algún día él mismo.
Y esta es la grandeza del teatro: poder asistir al mágico y cotidiano milagro de que sucedan tantas y tan radicales situaciones a solo unos pasos del espectador y que este se vea reflejado en las vivencias, las emociones y las frustraciones de los distintos personajes a quienes dan vida otros hombres y mujeres que, como ellos, tienen la suerte de vivir.