"Este sí es un Rey legítimo". El comentario del taxista
resume perfectamente este 19 de junio que ya es Historia. "Ha sido el discurso
de un Rey constitucional", fue la conclusión de otro ciudadano menos anónimo, Alfonso Guerra,
nada más salir del Hemiciclo del Congreso de los Diputados donde se acababa de
proclamar minutos antes al nuevo Rey de España, Felipe VI. "Una
Monarquía renovada para un tiempo nuevo" en sus propias palabras.
"Hoy comienza un nuevo reinado".
Jesús Posada, presidente
del Congreso, tomó juramento al nuevo Monarca, ambos sin disimular la emoción
del momento. Como tampoco pudieron su madre, la
Reina Sofía y su hermana
Elena,
los únicos miembros de su familia presentes en el palacio de la Carrera de San
Jerónimo.
Don Juan Carlos se supone que más aún desde la soledad de la Zarzuela
frente al televisor.
El esperado primer discurso de
Felipe VI no defraudó. Salvo
a dos de los invitados presentes:
Iñigo Urkullu y
Artur Mas, los presidentes del
País Vasco y de Cataluña, en pie pero con los brazos caídos mientras a su lado el presidente
de la Xunta,
Alberto Núñez Feijóo, se sumaba al aplauso largo y denso de toda la Cámara.
Mas y Urkullu debían llevar el guión escrito, tan
inamovible como sus manos para el aplauso pese a haber escuchado el discurso
con más enjundia territorial salido de la Casa Real española. Felipe VI no sólo
dio las gracias en las cuatro lenguas que recoge la Constitución y las personificó
en
Machado,
Espriú,
Aresti y
Castelao, sino que fue más allá que muchos de los
políticos que le escuchaban al reclamar "entendimiento y diálogo" para
solucionar el conflicto soberanista.
Lo dijo al comienzo de su discurso, Un rey constitucional
debe "saber interpretar las aspiraciones de los ciudadanos" y contribuir al
equilibrio entre los distintos poderes del Estado, pero también está "para
advertir y aconsejar".
Felipe VI proclamó su "fe en la unidad de España", pero para
lanzar a renglón seguido quizá su primera "advertencia": "Unidad que no es
uniformidad", enfatizando la diversidad y el respeto a la personalidad de cada
rincón de España, "a sus costumbres e instituciones", y en la que caben "todas
las formas de ser español".
Un capítulo que el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, sentado a su
derecha, ha escuchado con suma atención cuando el nuevo Rey destacaba "el concierto
de las lenguas" como ejemplo. Pluralidad linguística, añadió, "que debe ser objeto de especial protección".
"Tenemos un gran país, somos una gran nación. Confiemos y
creámos en ella". Felipe de Borbón tuvo que recordar algo obvio ante las Cortes
generales, dando un primer paso de gigante para cumplir su mayor deseo: "Que
los españoles estén orgullosos de su nuevo rey".
Porque los españoles, como el taxista que recogía clientes a las puertas del Congreso, siguieron ayer su discurso con tanta o más atención que el propio Rajoy. Sus referencias a los parados, a las víctimas de la crisis y a la "ejemplaridad" que prometió en su vida pública no han pasado desapercibidas. Es lo que esperaban de su nuevo Rey.
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Discurso íntegro de Felipe VI ante las Cortes Generales