"En Siria mueren diariamente no menos de doscientas
personas; más de 6.000 al mes; alrededor de 70.000 al año. Esos son los muertos
que hubo en 2012". Quien así habla es un sirio residente en España que acaba de
regresar de su país, vía Damasco. Antiguo simpatizante del Baaz -el Partido del
Renacimiento Árabe Socialista-, pero ahora descreído de todo, 'Alí' -llamémosle
así- cuenta lo que en Siria parece una evidencia: "Nos van a hacer como
hicieron con Irak, pero con el método Libio de matarnos entre nosotros: el
objetivo final es Irán".
Por razones fácilmente entendibles, hemos pactado
no dar a conocer el verdadero nombre de '
Alí'. Es que nadie está seguro; no ya en
Siria, que desde que luego no, que es de donde acaba de regresar 'Alí', sino
que tampoco lo está ningún sirio residente, por ejemplo, en España, ya sea leal
al régimen de
Bashar Al-Assad, ya sea rebelde. Y da lo mismo que se sea chiíta,
sunnita o alauita -la rama, esta última, a la que pertenece el propio Al-Assad-:
el conflicto es con ellos y entre ellos. Por eso resulta tan complicada de
entender esta guerra civil que se vive en este país bíblico.
Los cristianos sirios, la primera minoría no
musulmana del país, con cerca de dos millones de fieles, corren el riesgo de
ser barridos por los estragos de la guerra o por la presión de ambos bandos
armados. Pero ellos pugnan por mantenerse al margen de la guerra. En contra de
determinadas versiones, 'Alí' nos confiesa que determinados núcleos cristianos,
al menos en Damasco y en otras zonas del país, han conseguido una especie de
status que les mantiene en precario equilibrio.
Esa minoría cristiana -muchos han optado por
emigrar- hace bandera de 'neutralidad', algo muy complicado en una Siria en la
que fácilmente se puede ser sospechoso de "complicidad con el régimen de
Assad", o de presunto traidor a la "causa chií"... y de ahí a la ejecución por
uno por otro bando. 'Alí' confirma lo que ya es evidente: que la radicalización
religiosa de la guerra civil siria ha creado un clima fundamentalista musulmán
irrespirable.
Ése era el miedo de las potencias europeas:
algunos querían armar a los rebeldes, pero entonces se pensó que un triunfo
rebelde podría dar finalmente el poder al fundamentalismo islamista: una gran
baza para los grupos seguidores de Al Qaeda o del
wahhabísmo salafista, a donde
irían a parar finalmente las armas que Europa, o Estados Unidos, proporcionara a
los rebeldes. Armas que luego apuntarían sin duda a Israel.
'Alí' nos traslada la idea imperante entre la
población civil siria: que "el experimento iniciado en Irak en 2003 siguió su
curso con Libia y ha aterrizado en Siria, último escudo que le quedaba a Irán".
En Damasco, de donde ha venido 'Alí', todos -leales y rebeldes, sunnitas y
chiítas-alauitas- estaban esperando una decisión final por parte de Estados
Unidos. Los 'leales' consideraban a Rusia su gran aliado; y es verdad -reconoce
'Ali'- que el régimen ruso está armando a las tropas de Al-Assad, pero también acusan
a Rusia del mismo doble juego que practica occidente.
Desde ese anonimato garantizado, 'Alí' nos reconoce
claramente que "todos, rusos, americanos y europeos, están en el fondo en una
línea común: nadie quiere que ganen los rebeldes, porque temen a los
fundamentalistas que ya están actuando en Irak. Pero tampoco quieren que el
régimen de Al Assad gane esta guerra, porque saldría potenciado y más escorado
que nunca hacia Irán y contra Israel. Todos quieren que Siria se desangre para perder
toda su fuerza. Así se habrá cerrado la pinza sobre Irán".
'Alí' también cuenta que al menos en Damasco todos
están convencidos de que Irán posee armas nucleares, "pero no fabricadas por
ellos. Sus complejos nucleares no tienen esa capacidad", sino prevenientes de
la antigua Unión Soviética. No puede demostrar este dato, claro, pero es casi
una certeza a nivel popular, añadiendo que: "Y, bueno, ¿no las tiene también
Israel?".
En todo caso, a los sirios residentes en España no
parece haberles sorprendido la decisión del 'premio Nóbel de la Paz', es decir,
Barack Hussein Obama, de mandar armas a los rebeldes alegando que Al-Assad ha
usado armas químicas. Para ellos, se trata simplemente de una forma de mantener
vivo el conflicto el tiempo suficiente como para que toda la infraestructura
siria quede destruida. Después ya no será un problema.
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El Nobel de la paz Obama ordena enviar armas a la
oposición siria