El proyecto de reforma de la
legislación sobre el aborto que elaboró el Ministerio de Justicia, al frente
del cual está Alberto Ruiz Gallardón, está provocando serias grietas en el seno
del propio Partido Popular, donde no todos ven con buenos ojos que se haya abierto
ahora "un frente innecesario", que nadie reclamaba.
"Un mal
cálculo electoral; para ganar unos cuantos votos de la derecha más a la
derecha, se van a perder unos cuantos cientos de miles de mujeres que se
sienten airadas con nosotros", reconoció a este periódico un relevante
miembro de este partido. Pero no se trata solamente de las tomas de posición de
gentes como el dirigente vasco Iñaki Ormazábal o la delegada del Gobierno en
Madrid Cristina Cifuentes o de la vicepresidenta del Congreso Celia Villalobos:
son varios los eurodiputados 'populares' que piensan que la batalla
de la nueva ley sobre la regulación del embarazo se perderá estrepitosamente en
cuanto los socialistas la lleven a instancias europeas, cosa que la 'número
dos' del PSOE, Elena Valenciano, ya ha anunciado que hará.
La 'gallardonada'
tampoco cuenta con unanimidad de planteamientos dentro del propio Gobierno, en
el que la vicepresidenta
Soraya Sáenz de Santamaría pasa por ser mucho más
aperturista de lo que actualmente parece serlo el titular de Justicia en este
terreno. Y lo mismo podría decirse de la secretaria general del partido, María
Dolores de Cospedal, que podría ser uno de los símbolos del ala 'aconfesional'
de un partido que, sin embargo, se muestra muy aquiescente ante demandas ni
siquiera formalmente planteadas por la Iglesia.
Así, la reforma no ha gustado
ni a los sectores 'laicos' del PP -si se analiza el elenco
ministerial, parece que son mayoría los 'no confesionales'-ni
a los más acérrimos defensores pro-vida, que reclaman la supresión del aborto
pura y dura. Con ello, parece dudoso que
Gallardón, que reclama que está
cumpliendo el programa electoral, vaya a ver logrado su objetivo de ganarse a
los sectores más conservadores de lo que podría ser el electorado del PP. Para
colmo, el proyecto gubernamental está cosechando críticas no solamente entre
los socialistas franceses en el Gobierno, sino también dentro del propio
Partido Popular Europeo, donde se considera que todo movimiento que provoque
escándalo, aunque sea solamente en un país, es malo para las pretensiones del
grupo conservador del Parlamento de Estrasburgo ante las cada vez más cercanas
elecciones europeas.
En todo caso, parece claro
que el Gobierno de
Mariano Rajoy está lanzado a una campaña para recuperar
votos en los sectores más a la derecha. El proyecto de ley de Seguridad, alumbrado
por el titular de Interior,
Jorge Fernández Díaz, podría ser otro ejemplo. Lo
mismo que los reverdecidos planes para mantener a
Jaime Mayor Oreja como 'número
uno' de la candidatura del PP a las elecciones europeas -el nombre,
en todo caso, se anunciará a comienzos de enero--, o los intentos, que tan poco
gustaban inicialmente a Rajoy, de convencer a
Esperanza Aguirre para que sea
candidata a la alcaldía de Madrid.
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