Lo
saben en Economía y lo saben en Hacienda, y lo saben también en Empleo y en
todos los sectores económicos del Gobierno: va a ser muy difícil, por no decir imposible,
cumplir con el déficit para este año, fijado en el 6,3 % del PIB. Lo ha dicho
Bruselas en su informe sobre la economía europea y española, que el Gobierno ha
acogido de forma "prudente". La vicepresidenta Sáenz de Santamaría ha
tenido que defender en público que "este Gobierno mantiene su compromiso
con el déficit", y la ministra de Empleo ha llegado a decir que "la
reforma está empezando a funcionar". Sin embargo, la previsión
gubernamental es que se va a superar el 7 %.
A los
malos datos de Bruselas, parece que el Gobierno quiere dar la impresión de que
responde con buena cara: "Este Gobierno mantiene su compromiso con el
déficit". Es la frase que la vicepresidenta primera del Gobierno,
Soraya
Sáenz de Santamaría, ha repetido hasta en tres ocasiones tras la reunión del
Consejo de Ministros y apenas 24 horas después de que la Comisión Europea diera
un sonoro varapalo a las previsión del Ejecutivo, elevando el déficit para este
año a la cifra del 8 %.
En círculos
gubernamentales se admite ya en privado que 'ni de broma' nos vamos a quedar
por debajo del 7 % del PIB en cuanto a déficit se refiere, lo que obligará a
medidas aún más duras. Pero por el momento, y hasta el 25 de noviembre por lo
menos -fecha de las elecciones en Cataluña-, parece que la consigna en el
Ejecutivo es poner buena cara a los malos datos. A esa tarea se ha puesto, por
ejemplo, la vicepresidenta primera, Sáenz de Santamaría, en la rueda de prensa
tras el
Consejo de Ministros, pero ha sido ayudada de forma especial por la
ministra de empleo,
Fátima Báñez.
En esa
rueda de prensa conjunta tras el Consejo de Ministros, Báñez ha llegado a
afirmar que "se está desacelerando la destrucción de empleo", e
incluso que "las reformas están empezando a funcionar" y que
"hay que decirle a los ciudadanos que hay esperanza". Báñez no ha
hablado explícitamente de 'brotes verdes', como hizo unos días atrás y que le
valió una serie de críticas más o menos ácidas. Pero sí ha sorprendido esa
confianza en el sistema creado toda vez que se han conocido, además de las
'dramáticas' cifras de Bruselas, los datos escalofriantes del paro en España.
Parece
que la consigna es hablar de optimismo cuando se aborde la cuestión
macroeconómica, sobre todo en un momento en el que arranca la campaña electoral
en Cataluña -lo hace en la noche de este jueves- y cuando dos sondeos -uno del
CIS y otro del Centro de Estudios de Opinión de la Generalitat- dan un varapalo
terrible tanto a socialistas como a populares, y un gran incremento en el
nacionalismo radical.
Quizá
por eso, en la rueda de prensa tras el Consejo de Ministros la vicepresidenta
del Gobierno ha sido moderadamente optimista en términos económicos y
enormemente explícita en términos de soberanía, el aspecto principal sobre el
que va a girar la campaña en Cataluña. Este jueves, Sáenz de Santamaría no se
ha mordido la lengua y ha dicho lo que realmente piensa de Artur Mas: "
La
sinceridad de Artur Mas ha quedado puesta en evidencia". Es como decir,
sin eufemismos, que Mas en un mentiroso compulsivo.
Quizá por todas estas cosas es por las que el ciudadano español siente cada vez mayor desafección
por todos nuestros políticos,
como ha señalado el CIS. Por ejemplo,
Rajoy y
Rubalcaba, según el barómetro de octubre, son rechazados por más del 80 % de
los ciudadanos. El dato es preocupante, pero la vicepresidenta del Gobierno
dice tener la receta: primero, "el Gobierno no comenta las encuestas del
CIS", aunque las paga, a través del Ministerio de la Presidencia; segundo,
en todo caso, "el Gobierno está trabajando en una serie de medidas de regeneración
democrática" y que en la medida en la que se salga de la crisis aumentará la
credibilidad de los políticos ante la opinión pública. Es una forma de verlo,
sin duda.