Sectores del PP urgen a Rajoy para que acelere una crisis ministerial
> "Este Gobierno
actual no puede ser el primero de Felipe VI", comentó un alto representante del
partido en el poder.
sábado 21 de junio de 2014, 10:29h
Diversos sectores del Partido
Popular han empezado a urgir al presidente Mariano Rajoy para que lidere una
serie de reformas políticas que pongan fin a las acusaciones de 'inmovilismo'
llueven sobre el Gobierno. La presión de algunos medios insta a dirigentes del
propio partido, a 'barones' regionales e incluso a algunos ministros, a
plantear la necesidad de cambios 'desde arriba', incluyendo un relevo
ministerial.
"Este Gobierno actual no
puede ser el primero del rey Felipe VI", comentó a quien suscribe un personaje influyente
en el PP durante la recepción del pasado jueves en el Palacio de Oriente. El
interlocutor, que hablaba privadamente, pensaba que hay 'dos o tres' ministros 'quemados'
y que existe una obvia necesidad de modificar la estructura del Ejecutivo,
nombrando una nueva vicepresidencia, de índole económica, y reforzando el
carácter coordinador y la portavocía de la otra vicepresidencia, encarnada actualmente
por Soraya Sáenz de Santamaría.
Por otro lado, mis
interlocutores 'populares' en la recepción que siguió a la ceremonia de
entronización del nuevo Rey reconocieron, de manera casi unánime, que habría
que mejorar las relaciones entre el Gobierno y el partido que lo sustenta -son positivamente
malas--, intensificar la coordinación entre los presidentes autonómicos del PP -patentemente
escasa-- e intensificar la acción en el grupo parlamentario. Gobernar de otra
manera, en suma.
¿Está Mariano Rajoy, fuente
de todo poder, dispuesto a hacerlo? ¿Está dispuesto a iniciar cuanto antes
algún tipo de diálogo con el presidente de la Generalitat, Artur Mas, que se
presenta cada vez más crecido a medida que se acerca la fecha para una nueva 'Diada'?
Los interlocutores frecuentes del presidente no se ponen muy de acuerdo al respecto.
Hay quienes admiten que al inquilino de La Moncloa le parece que todo va bien,
una vez que las cifras macroeconómicas mejoran, y otros reconocen que Rajoy
parece estar meditando en algunos pasos más allá de la mera reforma fiscal que
presentó el titular de Hacienda este viernes tras el Consejo de Ministros.
Pero ¿cuáles son estos pasos más allá? Rajoy,
la gran esfinge, calla y no conozco a nadie que diga saber cuáles son sus
planes concretos para el mes próximo, que ya se sabe que julio es período
propicio para hacer cosas en política sin que levanten demasiados comentarios.
Máxime cuando la mayor atención en las semanas que vienen va a estar puesta en
el congreso del PSOE y en el proceso de renovación interna que, algo a trancas
y barrancas, pero avanzando, se está produciendo en el principal partido de la
oposición.
Pero incluso este proceso,
por si no bastase con lo ocurrido en la máxima magistratura del Estado, está
resultando, dicen, un acicate para que Rajoy, que ya se sabe que es poco afecto
a las mudanzas, 'haga algo' en lo tocante a una dinamización política. El nuevo
rey ya ha comenzado a trabajarse algunos colectivos sociales: víctimas del
terrorismo, oenegés...mientras el presidente permanece como aislado en su
despacho monclovita. Un 'síndrome de La Moncloa' que dura ya demasiado tiempo,
sobre todo teniendo en cuenta que aún queda año y medio de Legislatura,
dieciocho meses en los que pueden hacerse muchas cosas...excepto dejarlo todo
como está.
Así, los cálculos más
optimistas incluso de los más fieles a Rajoy, que comparten su prudencia de
movimientos -vamos a llamarlo así--, insisten en que el presidente hará "algún
tipo de ofensiva política, pero a su modo". Es decir, con cautelas, marcando
unos tiempos de acción dilatados, sin la menor prisa. Pero ahora, tras esta
intensísima semana institucional, en estos días en los que los candidatos a
liderar el socialismo español recorren el país haciendo sus particulares
campañas y lanzando no pocas propuestas regeneracionistas, la pelota está en el
tejado del Ejecutivo. O sea, en el tejado de Mariano Rajoy. O sea, en ese
tejado del palacio de falsos mármoles en la Cuesta de las Perdices en el que se
toman todas las decisiones. Y, sobre todo, en el que últimamente se toman tan
pocas decisiones.