Varios consejeros de Caja Madrid que aparecen en la lista de los que utilizaron presuntamente 'tarjetas B' por valor de 15,2 millones de euros han negado que fueran un medio de pago "opaco" y han añadido que el Consejo de Administración les aseguró que estaban reguladas y no les puso nunca "ninguna pega". "Si alguien quiere hacer un fraude, haces lo de
Bárcenas que no deja rastro", han ilustrado.
Antiguos consejeros consultados que piden anonimato han afirmado que se trataba de una práctica que "conocía todo el mundo" y que el ex secretario de la caja madrileña,
Enrique de la Torre, les suministró los plásticos para gastos de representación ligados a su actividad profesional y sujetos a unos "límites y parámetros".
"Era como una tarjeta de empresa y una retribución en especie", han asegurado, para reconocer que tenían el condicionante complementario de que no había que justificar los gastos. Eso sí, confiaban en que era Caja Madrid la que declarara este concepto a Hacienda.
En este sentido, algunos de los consultados han manifestado sentirse "absolutamente tranquilos" teniendo en cuenta que era un gasto "aprobado por los órganos de gobierno" y que cuando preguntaron en el Consejo de Administración "nadie puso nunca una pega".
"Una tarjeta no se puede ocultar", han enfatizado, para insistir en que consultaban los movimientos en la página web de Caja Madrid como cualquier otra tarjeta. Además, algunos dicen que no disponían del PIN y, por lo tanto, no retiraron con ellas dinero en efectivo.
Sin facturasNo obstante, el presidente del sindicato de los técnicos de Hacienda,
Carlos Cruzado, ha recordado hoy que las tarjetas de crédito que se otorgan a los empleados para hacer frente a gastos de representación no tienen un límite legal, aunque sí obligan al trabajador a justificar cada pago.
Cruzado ha explicado que estas tarjetas se suelen utilizar en algunas empresas para evitar que los empleados o directivos tengan que adelantar dinero cuanto se ven obligados a hacer un gasto en representación de la empresa.
En esos casos, los trabajadores pueden usar las tarjetas, pero tienen que pedir facturas para demostrar que el pago supone un gasto de representación y para que la empresa disponga de toda la información y se pueda deducir los gastos que sean deducibles.
Cruzado explica que las tarjetas que usaron los directivos y consejeros de Caja Madrid no estaban destinadas a gastos de representación, sino que más bien eran sobresueldos por los que no tributaban al fisco.
Según Cruzado, estas tarjetas se podrían haber otorgado de forma legal y como rendimiento en especies si la empresa en cuestión (Caja Madrid) hubiera aplicado la retención correspondiente para luego pagarla a Hacienda y si los empleados y directivos hubieran incluido esta información en sus declaraciones de renta. Algo que parece que no sucedió en ningún caso.
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