El Gobierno, preocupado
3 meses para el caos laboral: 9 millones de trabajadores podrían quedarse sin convenio
lunes 08 de abril de 2013, 07:34h
Es el último efecto de la reforma laboral. El próximo
8 de julio se acaba la ultraactividad, la prórroga automática de los convenios
colectivos. Aquellas empresas donde no haya acuerdo entre patronos y empleados
tendrán que empezar a negociar las condiciones laborales desde cero. Mientras
las centrales CEOE, CEPYME, CC.OO y UGT mantienen posturas enfrentadas, el
Gobierno está preocupado por las consecuencias.
A pesar de defender encendidamente la reforma laboral
aprobada por el Gobierno, la ministra de Empleo, Fátima Báñez, admite que su
Departamento "está estudiando" cuál puede ser el impacto negativo de una de las
medidas aprobadas en esta nueva norma.
Se trata del fin de la vigencia automática de los
convenios colectivos, conocida como ultraactividad, a partir del próximo 8 de
julio. Llegado ese momento, los contenidos de todos los convenios que hayan
vencido un año antes y que no se hubieran vuelto a firmar por no haber llegado
a acuerdos entre las partes, dejarán de aplicarse a los trabajadores que
estuvieran bajo su protección. Según la ley estos pasarán a depender del convenio
superior de referencia.
Los sindicatos y algunos asesores laboralistas de
empresa han dado la voz de alarma al asegurar que esta situación puede
desembocar en una situación de cierto caos e inseguridad jurídica para
trabajadores y para los propios empresarios. Según las partes, no siempre hay
un convenio superior de referencia o es fácil identificarlo. Asimismo,
distintos expertos consideran que las mejoras de estos convenios no renovados
podrían pasar a ser contractuales y no deberían desaparecer.
Los cálculos de UGT apuntan a que, a partir de julio,
podrían decaer uno de cada tres de los 6.000 convenios vigentes. Al cierre de
2012, y según datos del Ministerio, 8,9 millones de trabajadores están
amparados por convenios sectoriales, ya sean de ámbito estatal, provincial o
autonómico. De ellos, la inmensa mayoría, unos 7,5 millones, son convenios
colectivos plurianuales revisados.
Por todo ello, la ministra reconoce que "estamos
estudiando esta cuestión porque hay que favorecer las buenas prácticas y no se
pueden generar situaciones no queridas por ninguno".
Cruce de acusaciones
Desde que entró en vigor la norma el verano pasado,
los agentes sociales llevan nueve meses atrincherados. Apenas quedan 100 días
para que millones de trabajadores se queden absolutamente desregulados en sus
condiciones laborales, incluidos jornada y salario, y ni unos ni otros están
siendo capaces de dar pasos efectivos para ponerle remedio. El tiempo pasa y su
visión de la cuestión es diametralmente opuesta.
El director del departamento de Relaciones Laborales
de CEOE, José de la Cavada, critica que los sindicatos estén "sembrando el
pánico" sobre el efecto de la limitación de la ultraactividad de los
convenios colectivos. De la Cavada tiene "muchas dudas" de que
"vayan a desaparecer las condiciones individuales de los contratos de
trabajo" cuando se cumpla el plazo en julio.
Con todo, el dirigente de CEOE cree que antes de que
se limitase la ultraactividad, los representantes de los trabajadores estaban
en una posición de superioridad frente al empresario. Por esta razón, considera
que la decisión del Gobierno de limitarla a un año "equilibra más las
posiciones en la negociación colectiva".
Mientras tanto, el secretario de acción sindical de
UGT, Toni Ferrer, asegura que "miles de convenios podrían decaer en julio
y generar problemas de derechos de los trabajadores y de gestión de los
empresarios". Incluso el líder del sindicato, Cándido Méndez, fue más allá
a finales del año pasado y acusó a la patronal de "llevar a cabo una
estrategia deliberada de bloqueo de convenios colectivos plurianuales"
para que empiecen a decaer a partir del verano.
Los expertos alertan
Jesús Lahera, profesor de Derecho del
Trabajo de la Universidad Complutense, considera que "estas nuevas
condiciones de la negociación y las circunstancias de la crisis económica hacen
previsibles convenios colectivos adaptados a la coyuntura, sin la petrificación
de las condiciones laborales anteriores, aunque con el riesgo de un exceso de
sacrificio del lado de los intereses de los trabajadores".
Antonio Sempere, catedrático de la
Universidad Rey Juan Carlos, comparte una opinión similar. "Puede llegarse
a un fortalecimiento de la unilateralidad empresarial en la fijación de las
condiciones de trabajo y, por ende, a un incremento de la discrecionalidad de
las decisiones empresariales en materias no reguladas en convenios de ámbito
superior", asegura Sempere.
Otro problema añadido, según Jesús Lahera, es que
"la pérdida de los efectos del convenio tras un año sin acuerdo puede
originar una alta judicialización del conflicto, colectivo e individual, que
defienda el mantenimiento de derechos adquiridos de los trabajadores por la vía
de su contractualización". El reenganche de un convenio legalmente sin
efectos a otro de ámbito superior no es tan sencillo técnicamente, ya que puede
tener condiciones laborales y salariales notablemente distintas. La
jurisprudencia tendrá que delimitar esta pérdida de efectos de los convenios
caídos.
Igual de complejo va a ser el escenario de convenios
donde no resulte posible el reenganche a una unidad superior por inexistente,
siendo entonces solo aplicable el Estatuto de los Trabajadores. Este efecto no
solo puede debilitar a los trabajadores afectados, sino hacer ingobernable el
ejercicio de poderes empresariales necesitados del sustento de un convenio. Por
ello, Lahera opina que "la mejor solución a estos supuestos es la firma de
un acuerdo estatal de cobertura de vacíos de las confederaciones sindicales y
empresariales más representativas, aplicable a estos casos, repitiendo la buena
experiencia de un acuerdo similar firmado cuando se derogaron las ordenanzas
laborales".