Pregunta.- 30 años al frente de
la Biblioteca de Guadalajara no son nada...
Respuesta.-
Treinta y
dos y medio y en total...me parece que son 40 años, 11 meses y 11 días en toda mi
vida laboral.
Sí, la
verdad es que se me han hecho un vuelo. Me parece que soy aquella persona de 32
que llegó aquí con hijos pequeños y con un coche lleno de plantas desde Menorca
y la mudanza que venía detrás en un contenedor...Sí, tengo ese día muy fresco. Era
marzo. Muy lluvioso y oscuro. Venía con mi hija de un viaje muy largo en barco
hasta Barcelona y luego en coche. No había hecho nunca un viaje tan largo
conduciendo yo...Fueron muchas cosas nuevas al mismo tiempo.
P.- Una vallisoletana... ¿cómo termina en Guadalajara?
R.- Estudié mi carrera en Valladolid y me agobiaba
un poco el ambiente provinciano. Era una ciudad demasiado centrada en sí misma,
como muchas ciudades castellanas. Además, había nacido allí. Mi padre era
profesor, mi madre era la directora de la biblioteca de la universidad.
Conocían a los profesores que me daban clase...Era un corsé demasiado estrecho.
En cuanto saqué mis oposiciones busqué un sitio distinto. Mi marido en aquel
momento tenía problemas. Había tenido un juicio en un tribunal de orden
público. Éramos de izquierdas los dos y no podía ejercer en muchos sitios y
acabamos en Madrid.
A mí me
parecía demasiado áspero. Quería un sitio tranquilo, donde no estuviera tan
controlada socialmente y pensé entonces en Guadalajara pero la plaza de la
biblioteca no estaba libre y me marché cuatro años a Menorca, donde aprendí la
difícil lección de la soledad. La isla estaba demasiado lejos de la familia...
P.- Llegó a Guadalajara en el año 81. Usted y la biblioteca han
cambiado mucho desde entonces...
R.- Yo sí. Me he vuelto más tolerante en algunos
aspectos como el político. Y la biblioteca...cuando llegué...lo dice mucho una
compañera mía, Pilar Lafuente, que ahora está malita, pasó de ser una
biblioteca del siglo XIX a una del siglo XXI y en cierta medida es así.
Cuando
llegué había muy poca gente trabajando, no había fondos de libre acceso, no
había biblioteca infantil...Había un fichero a través del que se podía pedir
libros en un mostrador oscuro y con muy poco horario...Empezamos un equipo
pequeñito a cambiar la mentalidad para abrir una institución necesaria para la
ciudad y, sí,...creo que ahora es una biblioteca de la que la ciudad se siente
orgullosa. Siempre digo que ha sido un proyecto colectivo. Espero que siga con
esa misma apertura y con la tendencia de ser imprescindible para Guadalajara.
P.- La biblioteca cambió de edificio, creo que muy a su pesar...
R.- Sí, sí...bueno en esas batallas perdidas de la
vida que son muchas, esa fue una. Vivía entonces mi antecesora, Doña Juana
Quílez, que había recuperado el Palacio del Infantado para actividades
culturales en la ciudad. Ambas pensábamos que había que comprar el edificio de
Rodríguez Coronado que entonces estaba en venta para hacer un proyecto
arquitectónico bonito para el que Museo, el Archivo y la Biblioteca pudieran
seguir juntos.
Doña Juana
tenía muy claro que si el Palacio se restauró fue por la biblioteca, aunque la
primera vez se había pensado en que albergase el Archivo General de la
Administración, el AGA que ahora está en Alcalá de Henares. Era pequeño para
eso y puestos a restaurar el palacio se pensó en ubicar una Casa de la Cultura,
que entonces eran sobre todo bibliotecas. Por eso, Doña Juana decía que no
había derecho a que la biblioteca tuviera que irse del palacio la primera.
Aquello no
cuajó, pese incluso al movimiento ciudadano. Sin embargo, el traslado ha sido
muy bueno para la biblioteca que ha podido así expandirse y se ha restaurado un
palacio que se estaba cayendo.
P.- ¿Diría que la biblioteca ha salvado parte del poco patrimonio
monumental que queda en Guadalajara?
R.- Diría que sí. Primero el Infantado y luego
Dávalos. Cuando se convocó en los años 90 el concurso para restaurar este
último al que concurrió gente tan conocida como Peridis, Aroca...los técnicos del
Ministerio dijeron que era como un castillo de naipes. Era actuar en un momento
desesperado. Dejarlo más tiempo era dejar que se cayera todo.
P.- Sus compañeros han bautizado a esta biblioteca como 'Biblianca' en
un homenaje despedida por su jubilación...
R.- Jajajaja...Bueno
es la Biblioteca Dávalos. No soy partidaria de que las bibliotecas tengan
nombre porque me parece que 'biblioteca pública' es un binomio tan estupendo...
Me parece que lo público hay que defenderlo. Es lo nuestro. Lo de todos. Creo
que una sociedad que se ha dotado de un mecanismo que a través de los impuestos
da ese tipo de servicios es estupenda.
Alguien ha
definido la biblioteca como la institución donde siempre puedes encontrar un
libro que te moleste. Me encanta la apertura a todo tipo de ideologías donde en
el mismo estante puedes encontrar juntos dos libros antagonistas.
P.- ¿Quiere decir que hay proyectos para privatizar las bibliotecas
públicas?
R.- Pues se están haciendo cosas ya...Aunque es difícil
sacar rentabilidad económica y ese es el objetivo de las empresas, si hay
interés en privatizar la gestión. En vez de gestionarlo un ayuntamiento por
ejemplo, contratan a una empresa que, a su vez, contrata a los bibliotecarios,
gestiona la compra de material y ¡claro! Eso es mortal de necesidad.
Eso es como
privatizar los hospitales, algo en lo que también estoy en contra porque a
partir de ese momento, el criterio que mueve todo es el de sacar el máximo
provecho con la menor inversión posible. A los bibliotecarios se les paga una birria.
Tengo bastante experiencia por mis cargos y aunque las empresas públicas y la
teoría de los libros es que su beneficio industrial tiene que ser del 15%, al
final es muchísimo más.
Si tienes
un servicio, se lo das a una empresa que tiene que obtener un 15% de beneficio...
¿De dónde se saca? O se compran menos libros o se paga menos a los
bibliotecarios.
Es un
peligro que existe y hay que combatirlo. Incluso aunque no existiera.
P.- ¿Pero se les ha planteado a los bibliotecarios de Castilla-La
Mancha? ¿Le consta?
R.- Se ha empezado a asomar la patita en ese
sentido. En el primer año del Gobierno regional actualno se le asignó a las bibliotecas ningún dinero para actividades
culturales.
La
sugerencia de las autoridades es que lo buscásemos en mecenas, especialmente en
las cajas de ahorros. Y yo decía, ¡pero bueno! Si estamos ayudando a bancos y
cajas porque no aguantan ellos y ahora vamos a ir los bibliotecarios como
pobres mendigos a la puerta de esos que están recibiendo cientos de miles de
euros de dinero público a que nos den un poquito para poder hacer
actividades...yo me niego.
No es de
recibo. No es exactamente entregar la gestión a la privada pero se empieza a
caminar en ese sentido.
Luego sí,
ha llegado algo de dinero a las bibliotecas pero cuando veas las barbas de tu
vecino pelar...
P.- A usted y a esta biblioteca de Guadalajara se les conoce, también
internacionalmente, por el Maratón de Cuentos. Son ya 22 años, ¡quién se lo iba
a decir!...
R.- La verdad es que el primer año, en el 92, era
como un experimento cultural para animar la primera feria del libro que había
en Guadalajara. No fuimos buscando un maratón o un título para la ciudad.
Cuando estuve en la Alcaldía estuve intentando buscar una personalidad para
Guadalajara. Creo que eso lo hacen todos los alcaldes. Intentan que su ciudad
se identifique con algo, como el Guggenheim en Bilbao.
'Guadalajara
igual a cuentos ha salido involuntariamente'. El primer año fue una especie de
juego que se planteaba sobre una mesa de tres personas, Eva Ortiz, Estrella
Ortiz y yo misma. Nos dábamos con un canto en los dientes si el primer año
aguantábamos 24 horas contando cuentos. No pensábamos en una continuidad pero
ha cuajado.
P.- ¿Le queda recorrido al Maratón de los Cuentos?
R.- Creo que sí. En los últimos años ha tenido
ayuda de la Unión Europea y eso supone que hay que trabajar con otros países.
El primer año con ayudas fue 2001, dentro del programa 'Cultura 2000' y
presentamos un proyecto para que vinieran 15 narradores, uno de cada país que
entonces componían la Unión Europea. Se organizó un congreso, sobre la
narración oral en Europa y eso fue el germen de una federación europea que hoy
existe y que se llama FEST (The Federation for European Storytelling).
P.- Creo que existe la idea de que la UNESCO pueda tomar en
consideración este Maratón de Cuentos...
R.- Sí, ya tenemos la consideración de 'Buena
Práctica Iberoamericana' por parte del Ministerio de Educación y creo que
estamos en el buen camino para lograr lo mismo de la UNESCO. Ahora ya jubilada
sí que me puedo dedicar a este tipo de burocracias, que son complicadas.
Vamos a decirle
a la UNESCO que venga al próximo maratón, ir incluso a París para convencerles
de que es una buena práctica.
P.- Vamos que no se desvincula de la biblioteca ni mucho menos del
Maratón de Cuentos
R.- De la biblioteca voy a intentar desvincularme,
aunque siga siendo usuaria y participando en mi club de lectura, porque no
quisiera ser como un fantasma que va con
sus cadenas por los edificios que no quiere abandonar. No sé si voy a encontrar
el equilibrio entre no darle la espalda y ser una pesada que arrugue la nariz
porque venga y vea algo que no me guste.
P.- ¿Tiene sustituto o sustituta ya?
R.- No, parece que va para largo porque se quiere
hacer un concurso abierto a bibliotecarios del grupo A de todo el país.Durante los próximos meses serán los
técnicos, que son nueve, los que tomen las riendas. Creo que es una plantilla
muy profesional y cohesionada.
P.- ¿Lo echará de menos?
R.- Seguro. Como
estamos en agosto no me hago a la idea. Tengo la impresión de que me voy de
vacaciones. Sé que los primeros meses serán duros.
P.- ¿Y a partir del lunes qué?
R.- Tengo
algunos proyectos profesionales para ayudarme a pasar esos primeros tiempos
malos.
Tengo
posiblemente la traducción de un libro de una bibliotecaria francesa que admiro
mucho, Geneviève Patte, que trabajó toda su vida con niños. Me ha pedido que le
busque editorial en España que es bastante difícil y que si se publica yo pueda
traducirlo. Me hace mucha ilusión y si luego a mí me apetece escribir algo de
mis vivencias profesionales pues me dará también muchas pautas.
Tengo
una invitación para ir a México a unas jornadas de oralidad que organiza la
biblioteca Vascocelos y aprovecharé para
dar una vuelta por el país.
A
más largo plazo, quiero visitar las bibliotecas municipales que se crearon en
la segunda república y ver su evolución, sobre todo ahora, con la crisis. Si
hay alguien que quiera publicar esas visitas en forma de libro pues lo haré y
si no prepararé un blog.
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