A mediados de agosto leí que Antonio Asunción quería promover su candidatura a Presidente de la Generalitat Valenciana como cartel del PSPV. Me pareció una gran idea, de esas que se ven fugazmente, que son frágiles, que pueden morir antes de germinar y que necesitan el trabajo de algunos y el apoyo de muchos para llegar a asentarse. (Tiene Parte 2 y Parte 3)
Me puse en contacto con Asunción y me ofrecí a llevarle las relaciones con prensa y escribir alguna frase para sus discursos. Principiaba septiembre, hacía mucho calor y el equipo de Asunción era reducido. Tuvimos una charla de 45 minutos. Un hombre asentado, con sentido del humor, educado sin ser gazmoño, culto, con una muy precisa memoria para los detalles y las fechas que envidié sin dudar.
Durante aquellas semanas viví en primera línea todo el proceso. Y lo que vi es lo que me dispongo a contar, me cueste lo que me cueste porque la verdad es la verdad, la diga Agamenón o su porquero.
Cada día visitábamos 3 ó 4 redacciones de peridódicos, hablábamos con una docena larga de periodistas de toda España y por la noche aún quedaban compromisos con televisión. Las jornadas iban de 6 de la mañana a 3 de la madrugada.
Los días empezaban pronto: a las siete ya tenía leídos los periódicos y oídas las principales líneas editoriales de cada emisora de radio. A las ocho empezaban a llamar los periodistas con "el sapo" del día y luego se nos iba gran parte de la mañana en librarnos del sapo e intentar colocar nuestro mensaje entre tanto ruido. En paralelo, Toni recibía llamada tras llamada: políticos de Madrid, políticos de Barcelona, políticos de Valencia..., algunos del PP, muchos del PSOE, pocos de IU. Además, había que coordinar las visitas a las agrupaciones para pedir el voto, había que estudiar y analizar constantemente el proceso de recogida de avales, etc.
Es verdad que yo habría organizado la recogida de avales de otra manera y, de hecho, lo propuse sin éxito. El sistema que se estableció era un buen sistema, bastante lento, pero bueno: como no disponíamos del censo de votantes (afiliados del PSPV con las cuotas al día) ni con la obligada colaboración de las ejecutivas de las agrupaciones para transmitir equitativamente nuestra propuesta al electorado, tiramos de agendas.
Cada uno puso sobre la mesa sus contactos y los contactos de sus contactos. Se pidió el aval por teléfono, persona a persona, asegurándonos en cada llamada que el contactado era afiliado y estaba al día de la cuota. Después, los encargados de zona se desplazaban por toda la comunidad recabando los avales escritos y firmados previamente acordados por teléfono. Era un sistema de double checking, lento pero seguro.
La sede electoral bullía. Impresionaba ver la eficacia, entrega y alegría de todas aquellas personas, hombres y mujeres con quehaceres y responsabilidades que hurtaban horas a sus familias y a su ocio para dedicarlas a una causa que nos parecía más que justa. No quiesiera olvidar a ninguno, pero mis notas de aquellos días son incompletas. Allí estaban Alberto Domingo, el sensato Carlos Tonda, el divertidísimo Gonzalo Gayo, la minuciosa Isabel Santos, el eficaz Jordi Cadroy, la muy "querible" Lola López, el imperturbable Pepe Bresó, la listísima Fernanda Escribano, el carismático Paco Baixauli, la europeísta Maruja Sornosa, el buenazao de Rafa Asunción... Nuestro temor era que nos colaran avales falsos, pero los filtros establecidos y constantemente comprobados no parecían indicar errores graves.
El pensamiento de Asunción y de aquel grupito de luchadores puede ser asumido por cualquier persona moderada y sensata:
1) Plan urgente y consensuado con PP, patronal y sindicatos para lanzar la economía valenciana y propiciar las condiciones que permitan a los empresarios invertir y crear puestos de trabajo.
2) Apostar por el I+D+i y la educación a todos los niveles.
3) Reforma de la Ley Electoral.
4) Obligatoriedad de Primarias para cargos elegibles abiertas a simpatizantes y no solo a afiliados.
5) Reducción drástica de los gastos de la administración y el gobierno valenciano. Reducción de la plantilla asesora y cargos a dedo.
6) Relanzamiento de Canal 9 independizando su gestión.
7) Desaparición de las Diputaciones y sus enormes presupuestos.
Nuestros sondeos internos nos vaticinaban un excelente resultado en las urnas si superábamos las primarias. El ritmo de recogida de avales se aceleró y cada vez había más gente en la sede electoral, más reuniones de alto nivel, más llamadas "sorprendentes", como una cuya autoría no puedo revelar de un miembro del gobierno en la que se notifica a Antonio Asunción que "si consigues la nominación, ni te preocupes por las primarias", dando a entender muy claramente que contaríamos con el apoyo de Moncloa y de Ferraz. Pero había que conseguir las firmas.
A falta de cinco horas para cerrar el plazo de entrega, ya teníamos todos los avales. Aún entraron más en esa tarde frenética de fines del verano y como tantas otras veces a lo largo de estas dos semanas, se repasaron uno por uno los nombres, apellidos, deneís y firmas. En nuestro cálculo y tirando muy por lo alto, había un máximo de 25 avales que podían no ser aceptados. La razón: eran 25 avales no conocidos, no sabíamos de dónde provenían. Y no suponían un problema: se entregaron 3.269 avales, 68 por encima de los 3.201 exigidos por los estatutos. Estábamos dentro, habría pelea y los alartinos estaban muy nerviosos según pudimos constatar.
Asunción, acompañado de sus representantes legales y de un nutrido grupo de acompañantes, entre los que me encontraba yo como testigo afortunado, entregó los sobres conteniendo los avales en la sede del PSPV. Tuve ocasión de hablar con varios periodistas -entre ellos mi amiga Marina Gordillo, por entonces en Las Provincias, mi colega en Diariocríticocv.com Carlos Llopis y varios fotógrafos- que coincidieron: "están nerviosos y cabreados, estaban seguros de que no lo conseguiríais".
Una vez entregada la documentación y firmado el recibí del PSPV nos fuimos a cenar a un restaurante cercano. Por el camino hablé con varios colegas de prernsa. Por alguno de ellos supe que un sms -que yo no recibí- estaba circulando desde las 00:00 entre algunos militantes en el que se informaba anónimamente de que a Asunción se le habían anulado 200 avales. "No puede ser", dije, "no hace ni media hora que hemos entregado los avales. No creo ni que hayan empezado el recuento." No voy a negaros que la cosa me preocupó, pero fue solamente una fugaz dentellada: cómo va a ser nadie tan burdo. No, no puede ser, es solo un bulo de radio macuto. Continúa en la parte 2.