La estrategia está clara. Las vacaciones no sólo están para descansar, sino también para no dar juego a los rivales socialistas.
Esperanza Aguirre, por ejemplo, no ha intervenido en ningún acto oficial como presidenta madrileña desde finales del mes de julio, ni piensa hacerlo previsiblemente en estos días de agosto.
Además, también ha intentado no hacer declaraciones al margen de su actividad institucional, lo que ha sido, en todo caso, criticado por algunos círculos políticos y en medios de comunicación, que consideran que el PP está dejando demasiado protagonismo al PSOE madrileño en este campo.
Y es que desde hace una semana no se habla de otra cosa que no sea de la candidatura de
Trinidad Jiménez o las tensiones con
Tomás Gómez. Dentro de este contexto, hay voces que consideran que las diferencias en el seno del PSM y las tensiones con Ferraz perjudican a los socialistas, por lo que su presencia en las páginas de los periódicos y en los telediarios no son un peligro para los intereses de Génova.
Sin embargo, la situación es tan mediática que hay otros sectores del PP tanto nacional como el madrileño que manifiestan su preocupación. Consideran que si en los últimos años el PSOE estaba muerto mediáticamente, sobre todo en la alcaldía, sin un cabeza de lista -David Lucas se había limitado a ser portavoz socialista pero sin afán electoralista-, ahora han cobrado protagonismo en la sociedad madrileña.
Jaime Lissavetzky es el mejor ejemplo: candidato a alcalde de Madrid, puede estar lejos de Gallardón en futuras encuestas, pero es un nombre ya con presencia pública que antes no existía.
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