Garzón como Dreyfus

   El "caso Garzón" divide a los españoles. Los actos de homenaje al juez Baltasar Garzón van camino de componer un paisaje que recuerda al que hace algo más de cien años dividió Francia a cuenta del proceso seguido contra el capitán Dreyfus. Con una diferencia, el juicio contra el capitán de ascendencia judía fue fruto de una urdimbre falsaria y en el caso del magistrado español los sumarios que tiene abiertos en el Tribunal Supremo lo son a raíz de tres casos de presunta prevaricación. Lo demás, ya digo, guarda gran analogía con lo sucedido en Francia. Aquí no tenemos al Zola famoso del "Yo acuso", pero los periódicos están llenos de artículos a favor y en contra del polémico juez. La derecha nacional le tiene ganas (ha sido el instructor del sumario "Gürtel", escándalo de corrupción que salpica a cargos del PP que se han visto obligados a dimitir) y la izquierda pro-gubernamental le apoya porque este juez tiene en un cajón de su mesa de la Audiencia el sumario abierto por el caso del bar "Faisán", un sórdido episodio fechado en el tiempo en el que Zapatero se empecinó en creer que la ETA estaba por la labor de dejar las armas.

   Están, también, los que abominan de Garzón porque es un juez estrella o quienes, desde la órbita de Izquierda Unida, le apoyan por haberse atrevido a procesar a Pinochet. En el puesto de observación no hay sitio para quienes ven en los procedimientos abiertos contra él un episodio en el que se refleja la exigible igualdad de todos los ciudadanos ante la ley. Parece que no hay tiempo para esperar al juicio; nadie parece interesado en conocer la sentencia del Tribunal Supremo, porque, a la postre, a lo mejor resulta que Garzón es inocente y no un juez prevaricador.


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