Mientras el ministro de Fomento,
José Blanco, congregaba en un hotel cercano a la plana mayor socialista y a buena parte de la prensa parlamentaria en un desayuno informativo, la vicepresidenta primera,
María Teresa Fernández de la Vega, aguantaba un auténtico chaparrón político por parte del nacionalismo radical catalán, que se ponía la venda política antes de la herida ante una esperada sentencia contraria al Estatut.
El portavoz de ERC,
Joan Ridao, calificaba de “retraso esperpéntico” el del Tribunal Constitucional en sus debates sobre la constitucionalidad del Estatut y deslegitimaba a la institución presidida por
María Emilia Casas con palabras de este tenor “es un tribunal que está groseramente politizado y groseramente caducado”, y que con su sentencia sobre el Estatut “creará el problema más grave de la democracia” en los últimos 30 años.
Ridao avisaba también a De la Vega, durante la sesión de control al Gobierno, que una sentencia sobre el Estatut -cualquier sentencia, por lo que se ve- conseguirá la “quiebra de las autonomías” y advirtió al Gobierno que aquí “no valen apaños ni atajos”, ya que después de esta sentencia “nada va a ser igual: el encaje no puede hacerse a martillazos”.
De la Vega, en defensa del Constitucional
Tan fuerte y grave ha sido el ataque del catalanismo radical al Tribunal Constitucional, que a De la Vega no le ha quedado más remedio que salir en su defensa. Primero le respondió a Ridao que “estoy convencida de que será una sentencia razonada, razonable y ajustada a nuestros principios constitucionales”. Luego le pidió “un poco de serenidad”.
“El Estatut es una buena ley”, reconoció De la Vega a Ridao, que cuenta con “plena legitimidad democrática”, pero el Tribunal Constitucional “forma parte también de la normalidad democrática”, por lo que se le debe un respeto del que Ridao careció por completo. Ante esa radicalidad del nacionalista catalán, De la Vega le pidió “serenidad y responsabilidad” y, sobre todo, respeto a la labor y a los tiempos de los jueces, que ni coinciden ni tienen por qué hacerlo con los tiempos políticos.
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