Insospechados porque lo que el ex fiscal jefe Anticorrupción dijo ayer en el acto de los sindicatos a favor de
Garzón, Carlos Jiménez Villarejo, fue realmente impactante. Dio a entender que el Supremo, con su procesamiento del juez de la Audiencia Nacional por prevaricador, estaba sirviendo de cómplice a los crímenes de la dictadura franquista. De los "torturadores", llegó a decir. Nadie de ese acto sindicalista y de izquierda desautorizó su postura y llegó otro frente abierto.
El sector judicial entró en cólera y el propio juez
Varela, quien lleva el caso de Garzón, exigió al Consejo General del Poder Judicial que le arroparan. Así fue y
Zapatero, a última hora del día y desde Washington, se tuvo que agregar a este apoyo, ya que no se ha pretendido extender la idea de una campaña antisistema de la izquierda. Y menos apoyada desde el Gobierno de la nación, claro está.
Una solidaridad entre instituciones y poderes del Estado que no se ha visto refrendado en la calle. De hecho, el mundo de la cultura -dentro del sector progresista- celebró otro acto a favor de Garzón con personalidades como
Pilar Bardem o
Pedro Almodóvar en el que se insistió en esas tesis y se encendió la llama de una contestación de la sociedad civil a modo de rebeldía contra el hecho de sentar en el banquillo al juez que ha querido ser 'héroe' de la causa antifranquista.
Tensión
Por último, la prensa conservadora de centro y derecha del país, ha estallado también. Editoriales, aperturas... Indignación generalizada con estos grupos de izquierda, así como con sindicatos y el mencionado Villarejo. Se habla ya incluso de una reacción "antisistema" a la causa que ven adecuada contra el juez Garzón.
Mientras, la ultraderecha guarda silencio oficial, pero va calentándose un ambiente de tensión que seguramente se ve contrastado con un nuevo empuje de grupos republicanos que vuelven a pedir la instauración de este régimen al tiempo que surge el rumor de un regreso de Garzón a la carrera política.
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