El pesimismo sobre la posibilidad de que se cierre un pacto entre los agentes sociales y el Gobierno cunde cada vez más. De hecho, la lentitud y el retraso que están sufriendo las negociaciones ya es un mal presagio. No obstante, el ministro de Trabajo,
Celestino Corbacho, va a redoblar sus esfuerzos para ver si es posible alcanzar al menos un acuerdo ‘de mínimos’.
También entre los partidos se tiene la sensación de que va a ser “muy difícil” que los sindicatos acepten cambios del mercado laboral que ineludiblemente tiene que pasar por flexibilizar los despidos. Fuentes de CiU conocedoras del proceso negociador, adelantan a este diario que la sensación que tienen es que al final habrá “un desencuentro pactado” entre sindicatos y patronal. La razón que esgrimen es que ninguna de las dos partes va a querer asumir los costes de un duro acuerdo de cara a sus respectivas organizaciones.
Los dirigentes sindicales saben que el presidente del Gobierno ha cambiado de opinión, y que, aunque intentará que los derechos de los trabajadores sufran lo menos posible, ya ha advertido de que debe haber reforma laboral “al coste que sea”. Y tanto en CiU como en el PP han conminado al Gobierno a acometer los cambios del mercado de trabajo “con o sin acuerdo”.
De modo que, al final, podría haber, como nos dicen los nacionalistas catalanes, un “desacuerdo pactado” para que sea el Gobierno el que asuma la responsabilidad – y el desgaste- de una reforma que a todas luces no va a dejar satisfechos ni a sindicatos ni a empresarios.
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