“
Usted no escucha ni a sus ministros… por eso se ha convergido en el lastre principal de la economía española”. Ésa fue, probablemente, una de las principales conclusiones del líder de la oposición,
Mariano Rajoy, en respuesta al presidente
Rodríguez Zapatero, a quien le ‘leyó la cartilla’ sobre sus
“mentiras” desde hace un año, negando la crisis y acusando de ‘antipatriotas’ a quienes preveían dificultades económicas. El tono de Rajoy en esta intervención fue tranquilo, pero sus palabras sonaron muy duras al presidente del Gobierno, que rompió su habitual forma de actuar en estos debates y decidió replicar a Rajoy en solitario, no en bloque a todos los grupos, como en otras ocasiones.
La réplica de Zapatero, evidentemente dolido, fue descalificatoria en lo personal hacia Rajoy: “
Usted no es un maestro en dar lecciones. Usted sólo es maestro en una cosa: en perder elecciones. En eso le reconozco que me gana en dos a cero”. Y le recordó que en la anterior legislatura practicó una oposición “
lanzando falsedades” y crispando a la opinión pública española con la ‘ruptura de la unidad española’ y las negociaciones con ETA. “
Usted no tiene interés en combatir la crisis económica, usted lo que quiere es rentabilidad política”.
Rajoy le presenta un plan
Lo cierto es que Rajoy sí presentó un Plan: el mismo que su grupo lleva presentando varios meses: “
Esta reforma está aquí, y yo se la brindo”, decía Rajoy, señalando un documento con las tapas con el anagrama del PP… “
Le he ofrecido muchas veces nuestro respaldo político para aplicarlo en beneficio de los españoles, pero usted, por no dar su brazo a torcer, aunque se hunda el mundo, no ha querido hacer caso”. Y, aún más, adivinando que Zapatero respondería por lo personal, le dijo
“olvídese de mí y responda a mis razonamientos. Cualquier otra actitud únicamente se puede entender como un intento más de eludir su responsabilidad ante los españoles”.
“
Señoría, lleva usted cinco años de retraso”, le echó en cara Rajoy a Zapatero. “
Usted no escucha ni a sus ministros… por eso se ha convertido en el lastre principal de la economía española”. Y así, Rajoy hizo un repaso del problema actual de España: a comienzos del año que viene habrá dos millones de parados de larga duración, son 500.000 los hogares
“que se encuentran en la indigencia más absoluta”, más de 300.000 empresas han incurrido en morosidad. “
Este es el estado de la Nación y todo lo demás palidece”: recesión, déficit, deudas y un paro galopante y “ante este panorama, todo lo demás parece insignificante”.
Ante esa situación, Rajoy dijo que hay que cambiar tres cosas: decir la verdad, dejar de fantasear sobre las previsiones y disponer de un plan coherente con el diagnóstico y las previsiones, ya que sólo así conseguirá recuperar la confianza, básica para la generación de inversión y de empleo. “
Cuando las cosas salen mal, el cambio es de sentido común, y a usted las cosas le están saliendo muy mal”, incluido el Plan-E, que
“no es más que un refrito de medidas que ha tomado a lo largo del año”. Y lo peor es que Zapatero “
presume de gastar: es el que más dinero ha gastado, salvo Arabia Saudí, y es el que peores resultados ofrece”.
“Usted lleva cinco años de retraso”
Rajoy descalificó el catálogo de medidas llevado al debate por Rodríguez Zapatero, “un plan más, el duodécimo: medidas aisladas, fragmentadas, que no responden a un plan”. En ese punto, le dijo que España necesita reformas que
“figuran en nuestro plan anticrisis”: reforma laboral –
“todo el mundo se la pide, incluso sus compañeros de partido”, porque
“padecemos uno de los mercados más anquilosados del mundo”-, profundizando en la reforma de 1997; una gran reforma en profundidad del sistema educativo –en 2004 prometió un ordenador por cada dos alumnos y hoy uno por cada alumno:
“esperemos que hoy cumpla su promesa”-, “y no un coladero, que es lo que usted patrocina”; reforma del sistema de pensiones, dado que estamos perdiendo cotizantes, etc. “S
eñoría, lleva usted cinco años de retraso”, le dijo finalmente.
Previamente se había peguntado que cómo era posible que el país se haya desplomado tan rápida y gravemente: “
Nadie en Europa tiene más parados como nosotros, tantos jóvenes sin nada que hacer, tantas mujeres sin empleo”. Le ha dicho que en cuatro años no hizo ni una sola reforma -“nada de nada de nada”-, que no resolvió los problemas del agua, energía o unidad de mercado. “
Todo lo que tenía usted pendiente cuando llegó al Gobierno seguía pendiente cuando llegó la crisis”, pero
“la crisis no fue una sorpresa, hubo un deliberado y mezquino cálculo electoral”. En este punto le recordó sus palabras:
“No hay crisis y quien lo diga es un antipatriota. ¿Qué quedó de todo aquello sino una mentira con ventilador que le perseguirá siempre?”.
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En términos generales, Rajoy le afeó su conducta y declaraciones continuadas desde la campaña electoral de 2008: el ‘antipatriotismo’ de los que hablaban de crisis, que el paro no sería superior al del PP, que la gestión del Gobierno se mediría por la creación de empleo… hasta llegar a la actual situación: “
Hoy es urgente la rectificación, como rectificaron en materia antiterrorista y ahora les va mucho mejor”.
Zapatero, colérico
Rajoy no fue más ácido que en otras ocasiones, si acaso más suave en el tono. Pero no lo entendió así Zapatero, que utilizó su derecho a replica cuando lo considerase oportuno para vapulear al líder de la oposición. Además de las descalificaciones personales y electorales ya señaladas al inicio de esta crónica, le pidió que de una vez por todas diga si con lo de la reforma laboral quiere la instauración del despido libre.
La réplica de Rajoy: “Un poco de dignidad no le vendría mal”
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La réplica de Rajoy fue tremente. La inició de forma irónica: “
Después de oír la intervención moderada, ecuánime, educada del presidente Rodríguez Zapatero me pregunto si no estoy siendo injusto con este hombre, que es una bendición para España. Impresionante”. Pero siguió colérico y le pidió que dijera en qué punto el famoso ‘decretazo’ del año 2003 recortaba los derechos de los trabajadores: “
Vaya pensando la respuesta, porque si no le voy a acusar de mentir”, le dijo, categórico.
La respuesta, en realidad, fue contundente: “
No vuelva a hablar despido libre mirando a este grupo, porque no hay despido más libre y barato que el que sitúa cada día a 7.000 nuevos parados”, o
“no hay despido más libre y barato que la que usted práctica” llevando a miles de jóvenes a quedarse en su casa sin tener nada que hacer. “
El único que no tiene alternativa es usted y a la vista está… usted sólo tiene excusas y ha venido aquí a excusarse”.
Y aún más: “
Me parece impropio de un presidente del Gobierno: se lo oigo en mítines, que jaleamos el paro, que parece que nos alegramos del paro… ese argumento es impropio de un presidente del Gobierno y son excusas de mal pagador… Yo no le acepto esa afirmación, impropia de un presidente y mentira”. Finalizó de forma apoteósica:
“Un poco de dignidad no le vendría mal”.
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