martes 19 de febrero de 2008, 12:29h
Cuba vive horas de cambio. El anuncio de la renuncia de Fidel Castro abre las puertas tanto a la incertidumbre política como a la esperanza. Incertidumbre porque no es descartable que la renuncia de Fidel provoque una implosión en la isla y esperanza porque, pase lo que pase, está claro que en Cuba se ha iniciado la cuenta atrás del régimen castrista.
Sin Fidel, sin el mito, los Raúl Castro, Lage o Alarcón, no sobrevivirán mucho tiempo. Alarcón, presidente del Parlamento -en teoría la segunda autoridad del Estado- dió hace unos días la medida del grado de arterioesclerósis política al que ha llegado la dictadura. Cuando un estudiante le preguntó que por qué los cubanos no podían salir libremente de la isla, respondió que la limitación obedecía a una cautela sobre el tráfico: "En la Tierra -dijo- hay más de 6.000 millones de personas, sí todas decidieran coger un avión, la trabazón en los cielos sería considerable".
El estudiante fue detenido. La "trabazón de Alarcón", es la metáfora que sirve para comprender cómo está el Régimen. La mayoría de los cubanos viven en una pobreza rayana en la miseria; el argumento del bloqueo debido a la presión de Washington que todo lo justificó en el pasado, ya no cuela. Pese a las retricciones, los turistas, la televisión por satélite, Internet, llevan todos los días a la isla noticias de otras formas de vida; noticias de democracia y de libertad. Sin Policía, el Régimen no aguantaría ni un mes. Sin Fidel al timón, los acontecimientos políticos van a precipitarse.
La gran pregunta es si la caída de la dictadura será "a la rumana" o si, por el contrario, asistiremos a una transición suave hacia la democracia como ocurrió en Checoslovaquia o Polonia. En cualquier caso, lo que está claro es que en Cuba se ha iniciado la cuenta atrás del proceso que acabará con la dictadura de los hermanos Castro.