J. Catalán Deus
La iglesia española ha demostrado estar más unida de lo que cuentan los medios, y tener aún más voz de la que querrían los anticlericales. De los 24 miembros de la Comisión Permanente de la Conferencia Episcopal Española (CEE) que emitió la nota orientativa sobre las elecciones políticas del próximo 9 de marzo, sólo hubo un voto en contra y un voto en blanco. Entre las cuatro ausencias de la reunión, estuvo la del arzobispo de Sevilla, cardenal Carlos Amigo. "Unanimidad moral", como dijo el portavoz episcopal.
Mientras se mantiene su fuerte impacto sobre la opinión pública, es de señalar que en estos momentos es el vicepresidente de la CEE, Antonio Cañizares, el que de nuevo está jugando el papel de ariete, tras unos meses de haber cedido la tarea al arzobispo de Valencia, el cardenal García-Gasco.
Cañizares de delantero-centro
Cañizares, cardenal arzobispo de Toledo y vicepresidente de la Conferencia Episcopal, empuñó la mitra y volvió a la trinchera que parecía haber cedido temporalmente, para decir cosas muy fuertes: que la Iglesia no callará, aunque esto "le traiga juicios falsos e injustos que descalifican a quienes los hacen". La Iglesia "nunca ha de callar por servicio a los hombres, servicio que reclama obedecer a Dios antes que a los hombres mismos".
En la homilía que ha pronunciado el domingo en la Catedral de Toledo, Cañizares ha señalado que "la Iglesia no tiene otra palabra que decir que Cristo, que vino a servir y no a ser servido. Pero esta palabra no la callará jamás, no la silenciará a pesar de los poderes de este mundo que quisieran silenciada o verla reducida a los espacios sacrales, no la dejará morir nunca. Esta riqueza no la dilapidará, ni dejará de compartirla con los hombres, ni cesará de ofrecerla a todos, que no imponerla a nadie".
"A la Iglesia, como a Cristo, le importa el hombre de manera fundamental, porque le importa por encima de todo Dios. Esa -ha explicado- es la raíz de su actuación, aunque esto le traiga sinsabores, insultos, descalificaciones".
Al comentar el texto de las bienaventuranzas, que se ha sido la lectura evangélica de este domingo, ha recordado que "la bienaventuranza prometida nos coloca ante opciones morales decisivas. Esto es lo que enseña la Iglesia -ha añadido-, lo que transmite una y otra vez la jerarquía de la Iglesia en España, vuestros obispos a quienes algunos os pretenden enfrentar y de los que os intentan separar, y a los que no hay día que no se les critique".
"Esto es -ha concluido- lo que la Comisión Permanente de la Conferencia Episcopal hemos dicho en nuestra reciente Nota de Orientaciones ante la próxima convocatoria electoral, que no se trata de imposiciones, sino de exhortaciones, en modo alguno partidistas, ni tampoco se trata de un texto coyuntural, sino que tiene una razón de ser muy profunda y muy en sintonía con sus anteriores enseñanzas".
Ya el viernes pasado, Cañizares había declarado que el objetivo de la controvertida asignatura Educación para la Ciudadanía (EpC) busca tomar control de la forma de pensar de toda una generación de escolares mediante el control de sus afectos. "Conquistar los afectos es dominar el núcleo de la persona para destruirlo", señaló en diálogo con el filósofo Gabriel Albiac durante el programa "Reeducación para la Ciudadanía", puesto en línea por Libertad Digital. La entrevista, realizada en el Palacio Arzobispal de Toledo, se ha convertido rápidamente en el vídeo más visto en la categoría de Educación en Youtube.
El Cardenal sostenía que "algunas de las ideologías que se presentan en la nueva asignatura, como la ideología de género, tienden a destruir la verdad del hombre". Denuncia también que el Estado, con esta asignatura obligatoria instituida por el Gobierno socialista, "pretende erigirse en formador de la conciencia moral de todos los ciudadanos e imponer un pensamiento único, que es el suyo". "La aplicación de la EpC es una cuestión de poder para el Estado adoctrinador", porque en la posibilidad de controlar los afectos y las ideas morales de los individuos "está el poder, el dominio de los ciudadanos, el control de la voluntad y de las costumbres".
Y hace una semana, en su anterior homilía dominical, dijo que la Iglesia Católica no impone sus enseñanzas, pero tampoco acepta la imposición del secularismo y del laicismo. "Cuando la Iglesia Católica anuncia a Dios no impone, sino que propone, ofrece. Nosotros pedimos que tampoco se nos imponga el laicismo. Es necesario que no nos callemos, que no estemos tan acomplejados, no podemos echarnos atrás, no podemos tener vergüenza de anunciar a Jesucristo y anunciar y llamar a los demás para que acepten a Dios en el centro de sus vidas. Este anuncio no es imposición, que nos dejen ya de monsergas; cuando nos dicen que estamos tratando de imponer: no imponemos nada, ofrecemos. Lo que sí está tratando de imponer es el laicismo, que no se le puede imponer a nadie, porque trae destrucción, trae ruptura, trae en definitiva la quiebra del hombre".
Sin voces disidentes
Frente a todo ello, no se ha levantado una sola voz disidente entre los obispos españoles. La Asamblea Plenaria de la Conferencia Episcopal Española (CEE) está formada por 132 obispos, de los que 78 están en activo (66 residenciales y 12 auxiliares). Los supuestos enemigos de la línea Rouco-Cañizares-Gasco-Camino, han callado otorgado su consenso. Sólo el abad de Montserrat, Josep Maria Soler, ha terciado para opinar que el cristianismo es diálogo y comprensión. Sin citar el comunicado, Soler predicó que ningún proyecto político "puede pretender tener la exclusividad de representar al Evangelio", que la Iglesia ha de renunciar a tener cualquier "monopolio" y que sus propuestas han de alejarse de las "imposiciones" y la "confrontación".
Soler insiste en que vivimos en una sociedad plural, "donde son numerosos los que no comparten la fe" y en la que "se ha de aceptar respetuosamente a quienes no tienen en la Iglesia su hogar espiritual", y hacer propuestas "de una manera serena, atractiva y esperanzada", con "el diálogo y la misericordia" y sin "la confrontación".
Hasta el cardenal de Sevilla, Carlos Amigo, cuya ausencia en la Comisión Permanente podría interpretarse como signo de disenso, ha asegurado que la Iglesia "no está haciendo campaña electoral" y que "todos los grupos políticos deberían aplaudir a los obispos" por estar dando la cara y decir lo que piensan ante los ciudadanos, puesto que "la política no puede ser un coto privado en el que solamente pueden intervenir los que hablan en los mítines", sino que en democracia cuantas más voces se oigan será más positivo para la ciudadanía.
Tampoco han disentido públicamente los obispos vascos y catalanes, todo lo contrario, ni por supuesto el presidente de la CEE, el 'moderado' Blázquez, ni el cardenal de Barcelona, el 'moderado-nacionalista' Sistach, ni mucho menos el 'centrista' Carlos Osoro.
El Arzobispo Emérito de Pamplona, Fernando Sebastián, otrora supuesto banderín de los 'taranconistas', ha sido bien explícito al decir que quienes "preferirían una Iglesia calladita" deben acostumbrarse a lo contrario. En la "España de hoy no faltan personas, grupos o instituciones que no ven con buenos ojos la presencia de la Iglesia, ni de los eclesiásticos, ni de los cristianos confesantes en los medios de comunicación y que preferirían un Iglesia calladita, cobarde y unos cristianos timoratos y recluidos, tendrán que acostumbrarse a lo contrario". Asimismo, Sebastián precisó que ni los cristianos ni los obispos "somos extraños ni intrusos en los medios de comunicación" y "tenemos todo el derecho de la ciudadanía para expresarnos", aunque "no tenemos un espacio exclusivo ni excluyente".
El Obispo de Huesca, Jesús Sanz, advirtió que el objetivo del laicismo no es buscar el bien, sino obtener el poder en todas sus formas para, una vez capturado, contar la realidad según sus intereses económicos y políticos. "No les asiste la búsqueda del bien, rastreando humildemente con otros buscadores los caminos mejores, sino la búsqueda del poder en todas sus formas. Un poder que usará cualquier modo para contar la realidad en beneficio de sus intereses económicos, de sus pretensiones culturales por nihilistas que sean, y de su hegemonía política a costa de todo y de todos".
Asimismo, advirtió que el laicismo, y no la legítima laicidad, "se empeña en imponer con medidas legales y sistemas educativos, una relectura y reescritura de la historia, sustituyéndola por otra que se ajuste a su cosmovisión"; para lo cual no dudan en perseguir, amenazar o expulsar a "cuantos puedan ser adversarios culturales, mediáticos, políticos o religiosos".
Y el obispo de Sigüenza, José Sánchez, ha declarado: "Han dicho de nosotros cosas terribles. Nos han insultado con los peores epítetos que hay en el peor de los diccionarios. Le digo al presidente que, por favor, no utilice a los obispos para agitar a las masas. No es bueno para el país. En un mitin de campaña electoral, hacer chacota de los obispos recabando el aplauso de gente entregada puede tener efectos muy perjudiciales para el equilibrio del país".
No votar al PSOE no es llamar a votar PP
No es cierto que la Iglesia española haya pedido el voto para el PP en las elecciones generales del próximo 9 de marzo. Ha dicho que los católicos no deben votar por un partido -el PSOE- que ha realizado en estos cuatro años los mayores ataques a sus intereses y convicciones desde probablemente la II República. La implantación del matrimonio homosexual al mismo nivel que el heterosexual, el divorcio 'express', la educación ciudadana convertida en antagonista de la educación religiosa, el fomento de la hostilidad en la industria del entretenimiento, las limitaciones al aborto burladas masivamente, y hasta una Ley de la Memoria Histórica asombrosamente partidaria a estas alturas, han encendido las alarmas en la CEE y en el Vaticano.
Zapatero y De la Vega ya han amenazado con que si ganan las elecciones, darán alas al sector más laicista del POSOE, encabezado por Álvaro Cuesta y por el ministro de Justicia, Mariano Fernández Bermejo, para replantear las relaciones entre la Iglesia y el Estado, y hasta anular los acuerdos vigentes.
El secretario de Organización del PSOE, José Blanco, afirmó que después de las elecciones del 9 de marzo "nada será igual" en la relación con la jerarquía católica y que deberán darse "pasos definitivos" hacia la autofinanciación de la Iglesia. "Hay una situación concreta que es el acuerdo entre la Iglesia y el Estado que debe replantearse porque la jerarquía eclesiástica la está replanteando todos los días buscando la confrontación con el Gobierno legítimo de España".
Dado que "la jerarquía eclesiástica viene diciendo desde hace mucho tiempo que hay que caminar hacia la autofinanciación", en la próxima legislatura deberán darse "pasos definitivos en esa dirección". Blanco dejó claro que el PSOE no prevé denunciar los acuerdos Iglesia-Estado de 1979, pero incidió en que desde entonces la propia jerarquía de la Iglesia ha expresado su deseo de alcanzar la autofinanciación, aunque no se ha llegado a ello. En este punto, el dirigente socialista opinó que la Iglesia "cada vez tiene mas difícil" este objetivo de autofinanciarse "porque cada vez tienen menos seguidores". "Deberán preguntarse por qué", apostilló.
Una nota de todo punto aceptable
La nota de los obispos es impecable y el linchamiento generalizado a que están siendo sometidos un peligroso ejemplo del deslizamiento antidemocrático iniciado en la década pasada, cuando debió completarse la transición democrática, y sin embargo prendió el sectarismo y la inercia.
Lo que dijo la Comisión Permanente de la Conferencia Episcopal Española el jueves pasado ante las elecciones generales del próximo 9 de marzo fue -como es su derecho y su deber- que aunque los católicos pueden pertenecer o apoyar diversos partidos políticos, existen programas incompatibles con las enseñanzas cristianas y, por tanto, no deberían contar con el apoyo de los católicos.
"Hablamos como pastores de la Iglesia que tienen la obligación y el derecho de orientar el discernimiento moral que es necesario hacer cuando se toman decisiones que han de contribuir al pleno reconocimiento de los derechos fundamentales de todos y a la promoción del bien común". El comunicado expresa su respeto por "quienes ven las cosas de otra manera"; pero piden "libertad y respeto para proponer libremente nuestra manera de ver las cosas, sin que nadie se sienta amenazado ni nuestra intervención sea interpretada como una ofensa o como un peligro para la libertad de los demás".
"Los católicos y los ciudadanos que quieran actuar responsablemente, antes de apoyar con su voto una u otra propuesta, han de valorar las distintas ofertas políticas, teniendo en cuenta el aprecio que cada partido, cada programa y cada dirigente otorga a la dimensión moral de la vida".
"No se debe confundir la condición de aconfesionalidad o laicidad del Estado con la desvinculación moral y la exención de obligaciones morales objetivas. Al decir esto no pretendemos que los gobernantes se sometan a los criterios de la moral católica. Pero sí que se atengan al denominador común de la moral fundado en la recta razón y en la experiencia histórica de cada pueblo".
"No es justo tratar de construir artificialmente una sociedad sin referencias religiosas, exclusivamente terrena, sin culto a Dios ni aspiración ninguna a la vida eterna".
Una Comisión Permanente ‘casi unida’
La Comisión Permanente de la CEE tiene 24 miembros, los siete del comité ejecutivo, y otros 17 componentes. El Comité Ejecutivo, máximo órgano de poder colectivo, lo forman el presidente, Ricardo Blázquez, el vicepresidente, Antonio Cañizares, y los cardenales en activo Rouco y Amigo, asi como el recientemente promovido también a cardenal, el arzobispo de Barcelona Martínez Sistach, y el obispo de Oviedo, Carlos Osoro. Su secretario general es Martínez Camino.
Entre los otros 17 miembros de la Comisión Permanente figuranun cardenal y tres arzobispos, todos muy conservadores y 'rouquianos'.
- Agustín García-Gasco, arzobispo de Valencia, recientemente promovido a cardenal, a cargo de Doctrina de la Fe, que opina que hoy en España "con insistencia se afirma que solo al margen de Dios y de la religión es posible la libertad y la democracia".
- Julián Barrio Barrio, arzobispo de Santiago, que dirige la comisión episcopal de Apostolado Seglar; se barajó como presidenciable en las últimas elecciones.
- Santiago García Aracil, arzobispo de Mérida-Badajoz.
- Braulio Rodríguez Plaza, arzobispo de Valladolid, que se citó también como presidenciable en las últimas elecciones.
Y con ellos, doce obispos, tras el fallecimiento de Eugenio Romero Pose: auxiliar de Madrid, que dirigía la comisión episcopal de Doctrina de la Fe. A saber:
- Juan José Asenjo: Córdoba, dirige la comisión episcopal de Patrimonio Cultural.
- Jesús E. Catalá Ibáñez: Alcalá de Henares, dirige la comisión episcopal de Pastoral.
- Antonio Dorado Soto: Málaga, dirige la comisión episcopal de Enseñanza y Catequesis.
- Adolfo González Montes: Almería, dirige la comisión episcopal de Relaciones Interconfesionales.
- Ramón Del Hoyo López: Jaén, dirige la comisión episcopal de Misiones y Cooperación Iglesias.
- Julián López Martín: León, dirige la comisión episcopal de Liturgia.
- Juan José Omella Omella: Calahorra y La Calzada-Logroño, dirige la comisión episcopal de Pastoral Social.
- Juan del Río Martín: Jerez, dirige la comisión episcopal de Medios de Comunicación Social.
- José Sánchez González: Sigüenza-Guadalajara, dirige la comisión episcopal de Migraciones, y es presidente de la equivalente en la conferencia episcopal europea.
- Jesús Sanz Montes: Huesca y Jaca, dirige la comisión episcopal de Vida Consagrada.
- José Vilaplana Blasco: Huelva, dirige la comisión episcopal de Clero.
- Joan-Enric Vives Sicilia: Urgell, copríncipe de Andorra, dirige la comisión episcopal de Seminarios y Universidades.
Elecciones propias y ajenas
La del jueves pasado era la 207ª reunión de la comisión permanente: dedicaron parte de sus trabajos a la preparación y aprobación del temario de la próxima Asamblea Plenaria, que se celebrará del 3 al 7 de marzo, en la que se renovará la cúpula de la jerarquía eclesiástica, incluida la de su presidente, cargo que actualmente recae en el obispo de Bilbao, Ricardo Blázquez.
El único puesto de la dirección del Episcopado que no será renovado es el del secretario general y portavoz, que actualmente ejerce el obispo auxiliar de Madrid Juan Antonio Martínez Camino, ya que su mandato concluye en noviembre de este año.
Camino dijo en rueda de prensa, que “no sé quién va a ser elegido como presidente; lo único que sé es que todos los obispos son buenos” para el cargo. Y es que, alegó la voz de los prelados, “nuestras elecciones son un acontecimiento de otro orden que el de las elecciones políticas”.
Lo que sí es evidente, dijo como obviedad, es que los miembros de la CEE elegirán como presidente “a quien quieran, porque es una asamblea muy libre”. Admitió que, normalmente, se designa para un segundo mandato de tres años al presidente que acaba de cumplir un trienio al frente del Episcopado, si bien recordó que existe un antecedente, el del cardenal Quiroga, “que sólo fue elegido en una ocasión”.
“Lo más difícil –arguyó— es resultar reelegido por tres años consecutivos”, toda vez que, cuando así ocurre, se exige que el presidente obtenga las dos terceras partes de los votos. Especulaciones aparte, vino a decir Camino, lo cierto es que “todos los obispos actúan por el bien de la Iglesia y eligen al presidente por el mismo motivo”.
El también secretario general de la CEE subrayó que la cúpula católica española ya tenía un calendario previsto hace tres años y lo va a cumplir, lo que demuestra que “no se deja condicionar” por otros acontecimientos, léase los comicios del 9-M, y es un “claro indicio de que sigue su propio ritmo habitual, sin criterios políticos”.
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