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Municipales en Cataluña

Inmigración y transfugismo en el ecuador de las municipales catalanas

viernes 18 de mayo de 2007, 15:17h
En el ecuador de la campaña electoral municipal en Cataluña, la dinámica está marcada por el tedio. Sólo la aparición de temas relacionados con la inmigración han provocado roces entre las principales fuerzas políticas.

 Primero fue en Badalona, la tercera ciudad catalana, donde el impetuoso Xavier García Albiol, secretario de organización del PP catalán, irrumpió con un vídeo en el que repetidamente se relaciona inmigración con inseguridad ciudadana, suciedad o incluso degradación económica de la ciudad. Se produjeron reacciones airadas, la más dura del PSC, que sacó unas imágenes de Albiol arreando un puñetazo a un manifestante anti-PP a propósito de una visita del ex ministro Ángel Acebes a Cataluña.

 Todo parecía tranquilo cuando Artur Mas, líder del nacionalismo moderado catalán, soltó otra pequeña ‘bomba’: acusó de dejación al tripartito por haber consentido que en poblaciones con gran concentración de inmigrantes magrebíes se hubieran localizado, afirmó, peligros de creación de células yihadistas. También hubo respuesta hasta de Duran i Lleida, su socio en la coalición.

 Las municipales catalanas se juegan en tres planos. Uno es la ciudad de Barcelona, donde cada partido intenta dar un vuelco por dos motivos. Primero, porque implica ganar en el municipio que agrupa a casi un 30 % de los habitantes y buena parte del movimiento económico. Segundo, porque ganar o perder en Barcelona se toma como el resultado de unas primarias para toda Cataluña.
 El segundo plano es el que se juega en las capitales provinciales. Mantener o perder los feudos ayuda o muestra una evolución negativa o positiva de cada partido la Cataluña urbana con influencia en su territorio adyacente.

 El tercer plano es el de los pequeños y muy pequeños municipios catalanes. En el Principado hay 940 municipios. Aquí lo que se juega es la hegemonía de CiU o del tripartito en extensas zonas lo que daría pistas del cambio real o no en la correlación de fuerzas izquierda-derecha, catalanismo o españolismo en la retaguardia.

 Barcelona, ha visto como el alcalde nombrado al final de la legislatura, Jordi Hereu, tomaba con fuerza la bandera de la ley el orden y el civismo, lo que ha descolocado a sus adversarios de CiU y PP y ha dado municiones a los aliados de más a la izquierda. Las encuestas dicen que seguramente el PSC revalidará mandato con aproximadamente los mismos concejales que el partido tiene actualmente. Esto que se considera un éxito en las filas socialistas no lo sería tanto, porque 15 concejales fue, con Joan Clos, uno de los resultados más negativos cosechados por el PSC en Barcelona.

 CiU, con el voluntarioso y también caballeroso Trias, tiene un sueño: conseguir sacar un concejal más que el PSC. CiU ahora tiene nueve. Si esto pasase Trías buscaría el acuerdo con ERC y, en un difícil equilibrio, el apoyo desde fuera del PP.
 ERC y ICV, consiguieron buenos resultados en las últimas municipales. Si mejoran será a costa de los socialistas y excepto los republicanos que se reservan, la alianza más clara es con el PSC.

 El PP juega a mejorar los ocho concejales, un resultado histórico en Barcelona. Y si es así, su papel es esperar que alguna combinación permita un acuerdo con CiU, el partido al que Rajoy ha ofrecido acuerdos. Las sumas actualmente no dan, pero todo está abierto hasta el 27 de mayo.

 En las capitales de provincia, cada casa es un mundo. En Lleida el socialista Ros, que sucedió al histórico Siurana, se acerca a la mayoría absoluta. ICV y ERC no dudarán, pues, en mantener el tripartito local. CiU con el presidente de la Diputación, Isidre Gavín, mejora, pero no lo suficiente para amenazar este feudo socialista desde 1979.

 En Girona, se da por descontado que la alcaldesa Anna Pagans, del PSC, repetirá como la más votada. Pero si cede mucho espacio el apoyo conseguido de ICV y de ERC se encarecerá. Y CiU, que presenta un candidato joven y declaradamente soberanista, el periodista Carles Puigdemón, podría jugar la carta de una alianza con ERC con la diputación al fondo.

 Tarragona ha visto como su alcalde, el convergente Joan Miquel Nadal, dejaba el puesto y, su sucesor, discutido por UDC, Joan Aregio, no suscita el apoyo de los seguidores de la federación nacionalista. Las últimas encuestas dan al socialista Josep Felix Ballesteros una ventaja de seis puntos frente a Aregio. Si esto ocurre, ERC e ICV mantendrían a duras penas su peso. La incógnita está en el PP, si mejora un concejal puede tener la llave de la ciudad, la más grande gobernada por CiU.

 Y en los pequeños municipios el fenómeno nuevo es el transfuguismo. Listas enteras presentadas otras veces bajo las siglas CiU se han pasado a las filas de PSC e incluso de ERC. El desamparo de los nacionalistas moderados fuera del gobierno les pasa factura.

 El PP tiene poco papel en esta obra. Sólo en alguna población de veraneo, como Sant Pol de Mar, cerca de Mataró, aspira a mantener su alcalde por mayoría absoluta. En el resto las alcaldías que consiga, pocas respecto a su porcentaje de voto en autonómicas y generales, será fruto de la flexibilidad negociadora de cada agrupación local. Y es la flexibilidad es mucha. En la anterior legislatura hubo alcaldías con pactos PP y ERC. Sin anestesia.

 Y finalmente, Ciutadans, con listas en 80 municipios se enfrenta a su examen para probar que no es un partido sin futuro. En medio de la campaña ha explotado una crisis de consecuencias difíciles de medir. Sus oportunidades fuertes están en Barcelona y en municipios de su cinturón industrial. Si superan el 5 % estarán ahí y deberán definirse sobre otras cosas que no sean aspectos lingüísticos.

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