No ha sentado bien, no, la decisión de Rodrigo Rato de volver precipitadamente a España sin agotar su mandato en el Fondo Monetario Internacional (FMI). Y no ha sentado bien, además, porque lo va a hacer en octubre, seis meses antes de las elecciones generales de 2008, en el caso de que Rodríguez Zapatero agote la legislatura. Y no ha sentado bien ni en el PSOE ni en el Gobierno, pero tampoco, parece, en determinados sectores del PP.
En el Gobierno, la decisión ha sido acogida con cierto doble disgusto. En primer lugar, por lo que ha recordado la propia vicepresidenta primera, María Teresa Fernández de la Vega, en la rueda de prensa posterior al Consejo de Ministros: que ha sido este Gobierno, el de Rodríguez Zapatero, el que en 2004 realizó todas las presiones a su alcance para que el cargo en el FMI recayera en un español: Rodrigo Rato. Y la renuncia de éste abre, lógicamente, un periodo de designación de sucesor que “difícilmente va a ser para España”, aunque “trabajaremos para que sea para Europa”, en boca de Fernández de la Vega.
Pero, segundo, porque nadie se cree –ni en el PP ni en el PSOE y mucho menos en el Gobierno- que un ‘animal político’ como Rato regrese tan apresuradamente a España para ‘ocuparse de la educación’ de sus hijos, que son los motivos que ha alegado el aún mandatario del FMI.
Todos calculan, y en el Gobierno no lo ocultan –es más, lo comentan con cierta ironía en círculos no oficiales- que ‘Rato viene a hacerle un roto’ a Mariano Rajoy. De ahí, acaso, la ironía desplegada por la vicepresidenta tras la reunión del Gobernó: “Hace unos días [Jaume] Matas dijo que se iba a Estados Unidos y ahora [Rodrigo] Rato dice que vuelve”. Cierto: el ex ministro del PP Jaume Matas, perdedor del Gobierno de Baleares, se va de la política activa, y Rato vuelve a España en un momento especialmente tenso en lo político y a un tiro de piedra electoral.
Así las cosas, la vicepresidenta de la Vega no ha sido capaz de ocultar su ironía, ni siquiera el día en el que festejaba con los periodistas que cubren la información de Moncloa su onomástica, aunque ésta se hubiera producido el pasado 15 de junio: “Le deseamos lo mejor a su regreso a España para desempeñar tareas privadas… o públicas”. Así de fino hilan en Moncloa.